Dichos o refranes, como “no hay nada como un día tras otro”, o “nunca es más oscuro que antes del amanecer” o “el tiempo todo lo cura”, son frases de apoyo moral ante fracasos, pérdidas afectivas, frustraciones, putadas de la vida, etc. Expresan la sabiduría popular acumulada, invitándonos a tener una mentalidad positiva, a seguir adelante, a reconciliarnos con el pasado y a comenzar de nuevo; a mirar al frente y a buscar nuevas oportunidades. Por suerte o por desgracia, nuestra memoria no se borra, porque dejaríamos de tener un pasado, y perderíamos la base de nuestro conocimiento; pero nuestros recuerdos si pueden ser distorsionados por el tiempo y la edad, y/o manipulados y moldeados, en el buen y mal sentido, por el medio familiar y social en que nos desenvolvemos. Nuestros juicios son resultado de la interacción de nuestros recuerdos, vivencias y el medio.
Si el medio es positivo, tolerante, terminaremos superando los malos recuerdos, y centrándonos en el futuro. Hay recuerdos traumáticos, vivencias durísimas, o desarraigos a determinada edad, que nos dejan marcados para toda la vida, y que sólo en un medio neutral y positivo se pueden paliar; y se puede llegar a perdonar y perdonarnos según sea el caso; y llegar a ser tolerantes y objetivos. Cuando el “mensaje” del medio es agresivo y reiterativo, en la misma dirección que nuestros malos y regulares recuerdos, esos malos recuerdos son retroalimentados, activados y fijados en nuestras mentes, creando un estado permanente de frustración, resentimiento y odio que nos atrapa y priva de la verdadera felicidad, y que no nos deja hacer valoraciones realmente objetivas, ser tolerantes, proactivos y justos.
Aplicado a la realidad de la emigración cubana, me pongo en la piel y me solidarizo con todo aquél que fue tratado injustamente porque se iba del país, llegándosele a confiscar todos sus bienes personales; de los que fueron estigmatizados y/o limitados en su progresión social por su religiosidad, forma de pensar diferente, o por su homosexualidad; en aquellos que fueron expulsados de la universidad por diversionismo ideológico, o que fueron repudiados de boca y obra, con huevos, etc., porque se acogían a su derecho legítimo de irse del país. No pido, ni puedo pedirle a nadie que olvide; porque el pasado también es conocimiento, es historia, es referencia. Mucho menos les pediría que lleguen a apoyar a la revolución y a su gobierno, ni siquiera les pediría que perdonaran; pero si les pido hacer un esfuerzo y liberarnos de esa carga emocional que no nos deja ver que todo lo que contribuya por activo o por pasivo, a sostener o agudizar las carencias y limitaciones materiales de nuestros conciudadanos residentes en Cuba, es malo. Hay que interiorizar, que todo lo que frene desde el exterior el bienestar de esos que están dentro y comparten nuestros muertos y muchos de nuestros recuerdos familiares, de amigos de barrio, y de compañeros de aula, de fiestas juveniles, de trabajo, es malo. Le pido lo mismo, a esa gran mayoría que no emigró por problemas políticos, ni por ser maltratados de una forma u otra, sino en busca de mayor bienestar y oportunidades, porque se lo que es el desarraigo, la añoranza, y las dificultades de insertarte en otro país. Yo también me fui, emigré, pero en otras circunstancias más propias de todo el emigrante, fruto de las posibilidades de la globalización; y aunque pudiera buscar culpables de mi desarraigo (tan común en un mundo globalizado), y en mi difícil inserción en mi otro país (España), por la edad, etc., paso, porque fue decisión mía, como la de la mayoría, y mi amor por una Cuba de todos y para todos, e independiente, está por encima de cualquier frustración. Tal vez por considerarme un sobreviviente en todos los sentidos, apuesto por la positividad, el amor a la vida y a los míos, por el respeto mutuo y la tolerancia, y por el entendimiento, aún y a pesar de las diferencias ideológicas.
A pesar de que defiendo la existencia de ideologías en un mundo con tanta diferenciación social, pienso que el entendimiento es posible si encontramos un denominador común, un interés común, que esté por encima de ideologías, de estereotipos, de negatividad, y de la condicionalidad del pasado; y ese denominador común se llama Cuba y su pueblo residente. Creo que la historia pondrá cada cosa, y a cada cual en su lugar; y las nuevas generaciones, a ambos lados, lo harán con mayor objetividad que nosotros. Pero también creo, que ningún país en el mundo tiene derecho a imponer su modelo, a imponer condiciones o a tratar de condicionar los procesos internos de cada país. El pluralismo en política, uno de los grandes valores de las democracias occidentales, a nivel internacional se llama multilateralismo; es decir, el reconocimiento y respeto a los asuntos internos de otros países, a su libre elección y autodeterminación. Los que nos consideramos demócratas, deberíamos ser consecuentes con ello.
Ideológicamente, alguien podrá justificar el Bloqueo y llegar a decir que sólo así se caerá la Revolución, pero en el fondo todos sabemos que no ha sido ni es así; y que además de injerencia, y la intromisión ha traído más limitaciones y carencias para los cubanos de a pie, que son la gran mayoría. Todos sabemos que moral y humanamente, es un acto de magnicidio social. En el fondo, todos los que han trabado contacto con la realidad plural de su población residente, saben que una gran mayoría no va a hacer nada para derrocar el gobierno, y ya no por temor, sino porque apoyan el proceso ó porque quieren progresar como persona y como país, pero temen perder las ventajas sociales que les dio la revolución, temen los traumas y la inestabilidad política y sus consecuencias. Sino miramos a través de un cristal transparente, por más que miremos o escuchemos, siempre será lo que queremos ver y escuchar. Sino salimos de nuestro círculo, las conclusiones siempre serán las mismas.
Reconociendo, que el modelo de gestión es ineficiente, el levantamiento del bloqueo, sin dudas rentabilizaría más los exiguos ingresos en divisa del país, sólo por concepto de cercanía y flete. Cuba es un mercado natural para EEUU, atractivo para muchos sectores norteamericanos: agricultores, operadores y gestores turísticos, empresas tecnológicas y de biotecnología, inmobiliarias, etc. Fluirían los créditos y las inversiones no sólo desde EEUU, sino a nivel internacional, sin restricciones extraterritoriales; y automáticamente se reanimaría la economía y el nivel de vida de la población. Para los que quieren que se caiga la Revolución, pienso que no hay mayor reto para su dirección del país, que conservar sus valores y su orientación política, en medio de una influencia arrolladora del sector privado, del turismo masivo norteamericano, y de la presencia de muchas empresas extranjeras.
Si la Revolución se cae, será bajo estas condiciones; sino, será signo de que mejoraron ostensiblemente las condiciones de vida de su población, y que la Revolución se reinventó dando más oportunidades de progreso a su población en general y en lo individual; y que ha mostrado más tolerancia aunque mantenga el poder político, y se ha vuelto más inclusiva. ¿Por qué no aceptamos el reto? Este es un terreno común para los que quieren que se caiga y para los que la defienden ¿Acaso no deseamos y queremos lo mejor para nuestro pueblo? ¿O lo que queremos es que se caiga aquello a cualquier costo social, para satisfacer nuestro odio, frustración y resentimiento? Empecemos por unirnos para desmantelar el Bloqueo; y que el tiempo y la historia se ocupen de lo demás. El bloqueo sobrevive por el odio y lucro de legisladores cubanos americanos, que condicionan vuestro voto al presidente, a cambio de la mantención del mismo. Si queremos jugar un papel activo, respetando la resultante, sea cual fuese, tenemos la oportunidad de hacerlo desde ya, por justicia, coherencia y solidaridad con nuestro pueblo