Siempre me he considerado un tío positivo, humano y muy cubano. Y obviamente, eso me lleva a respetar el derecho de cualquier cubano, dentro o fuera de Cuba, desde cualquier latitud del mundo, a expresarse y defender su derecho a ello, al margen de ideologías, y de inclinaciones políticas.
Me
enorgullezco de mi origen; de cualquier éxito pasado o presente de nosotros
como país, como pueblo, y como individualidades. No me interesa la ideología de
la cubana que vive en New York, que fue elegida jueza; del excompañero de
escuela que le va muy bien como médico anestesista en Miami; o del profesor
universitario que está por el diálogo; del pariente que ha convertido su
Facebook en un pasquín para divulgar todo o malo que se dice de Cuba, cierto o
no; o del abogado de Madrid o del dueño de un taller de chapistería en España; para
mí son sencillamente cubanos, y me alegra que progresen, y si se sienten
realizados, mucho mejor.
Entiendo que
haya cubanos que no simpaticen con la revolución porque, fueron repudiados,
excluidos, estigmatizados, ignorados, porque no comparten el modelo o por la
causa que sea; o que sencillamente, se cansaron de carencias y necesidades.
Entiendo que, a algunos, aunque no les ha haya ido mal en lo material, no hayan
podido integrarse, y extrañen el terruño, al resto de la familia, de sus amigos
de toda la vida, de sus compañeros, hasta los vecinos. Claro que lo entiendo,
yo vivo en el extranjero, y no pasa un cabrón día en que no le eche menos a mi
Santiago y a mi gente de la otra orilla. Me podría sentir frustrado a mi edad,
arremeter contra todos, llenar mi corazón de odio, y renegar de todo, pero no,
la decisión fue mía. Nací y viví casi toda mi vida en Cuba, como para amar
cada pedacito de aquello, sus calles, su gente; como para entender el
funcionamiento de la sociedad cubana actual y no dejarme manipular; como para
entender que es pueblo y que es gobierno; entender cómo funciona una economía
centralizada, con un fuerte presupuesto destinado en lo fundamental a cubrir
los gastos sociales, que con todo el deterioro material por las carencias, es
asegurado por los impuestos directos e indirectos de todos los ciudadanos
cubanos, sobre el salario o sobre la gestión de empresa estatal, sobre todo; y
que tal parece que algunos ya han olvidado, que casi todo en Cuba es estatal,
público ¿Que, en Cuba, como en cualquier parte del mundo, puede haber
corrupción? Claro que sí ¿Que alguien esté lucrando, a cuenta del sacrificio de
los demás? Puede ser, y podría no importarme la toma de medidas o represalias
contra personas específicas; pero no me “vendan la moto”, de que el bloqueo a
las empresas X, Y, Z de titularidad estatal, y la persecución y sanciones a
empresas que comercializan con Cuba, sólo afecta al gobierno; que el bloquear
las transacciones comerciales en USD, la entrada de turismo norteamericano a
Cuba por cualquier vía, que el impedir la llegada de buques con petróleo,
insumos y materias primas a Cuba, no afecta al pueblo cubano; que el tratar de
obstaculizar y mermar la colaboración médica en otros que países tras una
vergonzante campaña de desprestigio para la que se prestan algunos, no afecta a
los médicos colaboradores cubanos, a sus familias y la parte del contrato que
va al presupuesto estatal. Pero incluso reconociendo las existencias de esa
acciones punitivas y genocidas del gobierno de EEUU, todavía alguien dirá que
no hay bloqueo, porque el gobierno de EEUU permite al gobierno cubano adquirir
ciertas cantidades de pollo en su país ¿Que es pollo para la economía de un
país, que por demás tienes que pagar al cash, porque no le autorizan crédito; y
por otro lado le obstaculizan las entradas y tenencias de divisas al país? ¿De dónde
saldrá el dinero?
Y no estoy defendiendo el modelo, que critico
cuando lo entiendo, pero que también comparto en muchísimas cosas, y nunca se
lo he ocultado a nadie, pues no tengo nada que ocultar, ni temer. Igual se la
opinión diferente de muchos amigos y excompañeros, sobre todo residentes hoy en
EEUU, y las respeto. Se que la mayoría se sienten agradecidos al país que los
recibió como a ningún otro pueblo emigrante, por las motivaciones políticas que
sean. Sólo quiero, sin tapujos ni prejuicios, dejar clara mi posición anti
bloqueo norteamericano, porque hoy, este es el pollo del arroz con pollo; y
aunque mañana pudiera cambiar a arroz, no lo sabemos, ni lo sabremos si no se
levanta el BLOQUEO.
En el corto periodo de descongelamiento parcial de las tensiones entre el gobierno de Obama, EEUU, y Cuba, se reanimó la economía y el nivel de vida de mucha gente: el sector cuentapropista o autónomo en general, la industria del turismo y sus proveedores e industrias encadenadas, el transporte estatal y privado, los hoteles, hostales y casa particulares de alquiler; los productores agrícolas, artistas, florecieron montones de figuras y oficios casi olvidados, floreció la cultura, se reanimaron muchas fachadas de la ciudad, y se retomaron muchos planes y se mejoraron muchos servicios, etc. La gente albergaba esperanza, veía indicios de prosperidad. Había menos escaseces, aunque para algunos no representó mucho porque no tenían la divisa para adquirirlo, o su salario no le alcanzaba, ni siquiera para lo básico; lo sé. Con el presidente Trump, no sólo murió ese brevísimo tiempo de distensión, sino que se recrudeció, bajo la presión y dirección de legisladores cubanos americanos, el lobby cubano americano, y con el silencio o complicidad de muchos cubanos. Ya no sé realmente, si algunos cubanos quieren derrocar la revolución desde allá, o simplemente, y eso me asusta, quieren depauperar hasta la saciedad al pueblo cubano residente en Cuba, para demostrar que los que nos fuimos tomamos la decisión correcta y los demás no merecen vivir, ni pensar diferente.
A veces he comentado en familia o con amigos, de que me da la impresión (voy casi todos los años) de que, al margen de las limitaciones reales de libertades civiles en Cuba, la dirección del país se ha ido volviendo algo más tolerante, y sobre todo la población. Hoy, en Cuba, se puede hablar de cualquier tema con cualquiera sin caer en insultos, descalificaciones; pero eso, en honor a la verdad, no lo observo en muchos cubanos que viven fuera, que se comportan intolerantes, impositivos, agresivos y ofensivos, y que paradójicamente, siempre lo han criticado y critican del gobierno e instituciones estatales y partidistas cubanas. Sólo aspiro, a que todos los cubanos interioricemos, que la motivación de la política de EEUU hacia Cuba, no son los derechos humanos, ni las libertades; sino, porque no le da el mismo trato a China, Vietnam, Arabia Saudí, Marruecos, Turquía, etc. No me cabe otra explicación, que no sea, la obstinación por el orgullo herido, del que no deja de sangrar; o la cercanía geográfica de una oveja descarriada, mal ejemplo; o el ensañamiento primitivo animal hacia el más débil; o la pujanza y presión del lobby cubano americano; o todas ellas juntas. Lo que, si tengo bien claro, es que, sin el apoyo de los cubanos de EEUU, de la Florida y sobre todo Miami, nunca se podrá poner fin a esta inhumana e indefendible escalada, que rompe con cualquier convención internacional