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sábado, 20 de junio de 2020

CUBA, NUESTRA CUBA, Y EL BLOQUEO NORTEAMERICANO

Siempre me he considerado un tío positivo, humano y muy cubano. Y obviamente, eso me lleva a respetar el derecho de cualquier cubano, dentro o fuera de Cuba, desde cualquier latitud del mundo, a expresarse y defender su derecho a ello, al margen de ideologías, y de inclinaciones políticas.

Me enorgullezco de mi origen; de cualquier éxito pasado o presente de nosotros como país, como pueblo, y como individualidades. No me interesa la ideología de la cubana que vive en New York, que fue elegida jueza; del excompañero de escuela que le va muy bien como médico anestesista en Miami; o del profesor universitario que está por el diálogo; del pariente que ha convertido su Facebook en un pasquín para divulgar todo o malo que se dice de Cuba, cierto o no; o del abogado de Madrid o del dueño de un taller de chapistería en España; para mí son sencillamente cubanos, y me alegra que progresen, y si se sienten realizados, mucho mejor.

Entiendo que haya cubanos que no simpaticen con la revolución porque, fueron repudiados, excluidos, estigmatizados, ignorados, porque no comparten el modelo o por la causa que sea; o que sencillamente, se cansaron de carencias y necesidades. Entiendo que, a algunos, aunque no les ha haya ido mal en lo material, no hayan podido integrarse, y extrañen el terruño, al resto de la familia, de sus amigos de toda la vida, de sus compañeros, hasta los vecinos. Claro que lo entiendo, yo vivo en el extranjero, y no pasa un cabrón día en que no le eche menos a mi Santiago y a mi gente de la otra orilla. Me podría sentir frustrado a mi edad, arremeter contra todos, llenar mi corazón de odio, y renegar de todo, pero no, la decisión fue mía. Nací y viví casi toda mi vida en Cuba, como para amar cada pedacito de aquello, sus calles, su gente; como para entender el funcionamiento de la sociedad cubana actual y no dejarme manipular; como para entender que es pueblo y que es gobierno; entender cómo funciona una economía centralizada, con un fuerte presupuesto destinado en lo fundamental a cubrir los gastos sociales, que con todo el deterioro material por las carencias, es asegurado por los impuestos directos e indirectos de todos los ciudadanos cubanos, sobre el salario o sobre la gestión de empresa estatal, sobre todo; y que tal parece que algunos ya han olvidado, que casi todo en Cuba es estatal, público ¿Que, en Cuba, como en cualquier parte del mundo, puede haber corrupción? Claro que sí ¿Que alguien esté lucrando, a cuenta del sacrificio de los demás? Puede ser, y podría no importarme la toma de medidas o represalias contra personas específicas; pero no me “vendan la moto”, de que el bloqueo a las empresas X, Y, Z de titularidad estatal, y la persecución y sanciones a empresas que comercializan con Cuba, sólo afecta al gobierno; que el bloquear las transacciones comerciales en USD, la entrada de turismo norteamericano a Cuba por cualquier vía, que el impedir la llegada de buques con petróleo, insumos y materias primas a Cuba, no afecta al pueblo cubano; que el tratar de obstaculizar y mermar la colaboración médica en otros que países tras una vergonzante campaña de desprestigio para la que se prestan algunos, no afecta a los médicos colaboradores cubanos, a sus familias y la parte del contrato que va al presupuesto estatal. Pero incluso reconociendo las existencias de esa acciones punitivas y genocidas del gobierno de EEUU, todavía alguien dirá que no hay bloqueo, porque el gobierno de EEUU permite al gobierno cubano adquirir ciertas cantidades de pollo en su país ¿Que es pollo para la economía de un país, que por demás tienes que pagar al cash, porque no le autorizan crédito; y por otro lado le obstaculizan las entradas y tenencias de divisas al país? ¿De dónde saldrá el dinero?

 Y no estoy defendiendo el modelo, que critico cuando lo entiendo, pero que también comparto en muchísimas cosas, y nunca se lo he ocultado a nadie, pues no tengo nada que ocultar, ni temer. Igual se la opinión diferente de muchos amigos y excompañeros, sobre todo residentes hoy en EEUU, y las respeto. Se que la mayoría se sienten agradecidos al país que los recibió como a ningún otro pueblo emigrante, por las motivaciones políticas que sean. Sólo quiero, sin tapujos ni prejuicios, dejar clara mi posición anti bloqueo norteamericano, porque hoy, este es el pollo del arroz con pollo; y aunque mañana pudiera cambiar a arroz, no lo sabemos, ni lo sabremos si no se levanta el BLOQUEO.


En el corto periodo de descongelamiento parcial de las tensiones entre el gobierno de Obama, EEUU, y Cuba, se reanimó la economía y el nivel de vida de mucha gente: el sector cuentapropista o autónomo en general, la industria del turismo y sus proveedores e industrias encadenadas, el transporte estatal y privado, los hoteles, hostales y casa particulares de alquiler; los productores agrícolas, artistas, florecieron montones de figuras y oficios casi olvidados, floreció la cultura, se reanimaron muchas fachadas de la ciudad, y se retomaron muchos planes y se mejoraron muchos servicios, etc. La gente albergaba esperanza, veía indicios de prosperidad. Había menos escaseces, aunque para algunos no representó mucho porque no tenían la divisa para adquirirlo, o su salario no le alcanzaba, ni siquiera para lo básico; lo sé. Con el presidente Trump, no sólo murió ese brevísimo tiempo de distensión, sino que se recrudeció, bajo la presión y dirección de legisladores cubanos americanos, el lobby cubano americano, y con el silencio o complicidad de muchos cubanos. Ya no sé realmente, si algunos cubanos quieren derrocar la revolución desde allá, o simplemente, y eso me asusta, quieren depauperar hasta la saciedad al pueblo cubano residente en Cuba, para demostrar que los que nos fuimos tomamos la decisión correcta y los demás no merecen vivir, ni pensar diferente.

A veces he comentado en familia o con amigos, de que me da la impresión (voy casi todos los años) de que, al margen de las limitaciones reales de libertades civiles en Cuba, la dirección del país se ha ido volviendo algo más tolerante, y sobre todo la población. Hoy, en Cuba, se puede hablar de cualquier tema con cualquiera sin caer en insultos, descalificaciones; pero eso, en honor a la verdad, no lo observo en muchos cubanos que viven fuera, que se comportan intolerantes, impositivos, agresivos y ofensivos, y que paradójicamente, siempre lo han criticado y critican del gobierno e instituciones estatales y partidistas cubanas. Sólo aspiro, a que todos los cubanos interioricemos, que la motivación de la política de EEUU hacia Cuba, no son los derechos humanos, ni las libertades; sino, porque no le da el mismo trato a China, Vietnam, Arabia Saudí, Marruecos, Turquía, etc. No me cabe otra explicación, que no sea, la obstinación por el orgullo herido, del que no deja de sangrar; o la cercanía geográfica de una oveja descarriada, mal ejemplo; o el ensañamiento primitivo animal hacia el más débil; o la pujanza y presión del lobby cubano americano; o todas ellas juntas. Lo que, si tengo bien claro, es que, sin el apoyo de los cubanos de EEUU, de la Florida y sobre todo Miami, nunca se podrá poner fin a esta inhumana e indefendible escalada, que rompe con cualquier convención internacional

jueves, 1 de noviembre de 2018

CUBA: La emigración cubana, el bloqueo de EEUU, y el pueblo cubano residente

Dichos o refranes, como “no hay nada como un día tras otro”, o “nunca es más oscuro que antes del amanecer” o “el tiempo todo lo cura”, son frases de apoyo moral ante fracasos, pérdidas afectivas, frustraciones, putadas de la vida, etc. Expresan la sabiduría popular acumulada, invitándonos a tener una mentalidad positiva, a seguir adelante, a reconciliarnos con el pasado y a comenzar de nuevo; a mirar al frente y a buscar nuevas oportunidades. Por suerte o por desgracia, nuestra memoria no se borra, porque dejaríamos de tener un pasado, y perderíamos la base de nuestro conocimiento; pero nuestros recuerdos si pueden ser distorsionados por el tiempo y la edad, y/o manipulados y moldeados, en el buen y mal sentido, por el medio familiar y social en que nos desenvolvemos. Nuestros juicios son resultado de la interacción de nuestros recuerdos, vivencias y el medio. 
Si el medio es positivo, tolerante, terminaremos superando los malos recuerdos, y centrándonos en el futuro. Hay recuerdos traumáticos, vivencias durísimas, o desarraigos a determinada edad, que nos dejan marcados para toda la vida, y que sólo en un medio neutral y positivo se pueden paliar; y se puede llegar a perdonar y perdonarnos según sea el caso; y llegar a ser tolerantes y objetivos. Cuando el “mensaje” del medio es agresivo y reiterativo, en la misma dirección que nuestros malos y regulares recuerdos, esos malos recuerdos son retroalimentados, activados y fijados en nuestras mentes, creando un estado permanente de frustración, resentimiento y odio que nos atrapa y priva de la verdadera felicidad, y que no nos deja hacer valoraciones realmente objetivas, ser tolerantes, proactivos y justos. 

Aplicado a la realidad de la emigración cubana, me pongo en la piel y me solidarizo con todo aquél que fue tratado injustamente porque se iba del país, llegándosele a confiscar todos sus bienes personales; de los que fueron estigmatizados y/o limitados en su progresión social por su religiosidad, forma de pensar diferente, o por su homosexualidad; en aquellos que fueron expulsados de la universidad por diversionismo ideológico, o que fueron repudiados de boca y obra, con huevos, etc., porque se acogían a su derecho legítimo de irse del país. No pido, ni puedo pedirle a nadie que olvide; porque el pasado también es conocimiento, es historia, es referencia. Mucho menos les pediría que lleguen a apoyar a la revolución y a su gobierno, ni siquiera les pediría que perdonaran; pero si les pido hacer un esfuerzo y liberarnos de esa carga emocional que no nos deja ver que todo lo que contribuya por activo o por pasivo, a sostener o agudizar las carencias y limitaciones materiales de nuestros conciudadanos residentes en Cuba, es malo. Hay que interiorizar, que todo lo que frene desde el exterior el bienestar de esos que están dentro y comparten nuestros muertos y muchos de nuestros recuerdos familiares, de amigos de barrio, y de compañeros de aula, de fiestas juveniles, de trabajo, es malo. Le pido lo mismo, a esa gran mayoría que no emigró por problemas políticos, ni por ser maltratados de una forma u otra, sino en busca de mayor bienestar y oportunidades, porque se lo que es el desarraigo, la añoranza, y las dificultades de insertarte en otro país. Yo también me fui, emigré, pero en otras circunstancias más propias de todo el emigrante, fruto de las posibilidades de la globalización; y aunque pudiera buscar culpables de mi desarraigo (tan común en un mundo globalizado), y en mi difícil inserción en mi otro país (España), por la edad, etc., paso, porque fue decisión mía, como la de la mayoría, y mi amor por una Cuba de todos y para todos, e independiente, está por encima de cualquier frustración. Tal vez por considerarme un sobreviviente en todos los sentidos, apuesto por la positividad, el amor a la vida y a los míos, por el respeto mutuo y la tolerancia, y por el entendimiento, aún y a pesar de las diferencias ideológicas. 

A pesar de que defiendo la existencia de ideologías en un mundo con tanta diferenciación social, pienso que el entendimiento es posible si encontramos un denominador común, un interés común, que esté por encima de ideologías, de estereotipos, de negatividad, y de la condicionalidad del pasado; y ese denominador común se llama Cuba y su pueblo residente. Creo que la historia pondrá cada cosa, y a cada cual en su lugar; y las nuevas generaciones, a ambos lados, lo harán con mayor objetividad que nosotros. Pero también creo, que ningún país en el mundo tiene derecho a imponer su modelo, a imponer condiciones o a tratar de condicionar los procesos internos de cada país. El pluralismo en política, uno de los grandes valores de las democracias occidentales, a nivel internacional se llama multilateralismo; es decir, el reconocimiento y respeto a los asuntos internos de otros países, a su libre elección y autodeterminación. Los que nos consideramos demócratas, deberíamos ser consecuentes con ello.

Ideológicamente, alguien podrá justificar el Bloqueo y llegar a decir que sólo así se caerá la Revolución, pero en el fondo todos sabemos que no ha sido ni es así; y que además de injerencia, y la intromisión ha traído más limitaciones y carencias para los cubanos de a pie, que son la gran mayoría. Todos sabemos que moral y humanamente, es un acto de magnicidio social. En el fondo, todos los que han trabado contacto con la realidad plural de su población residente, saben que una gran mayoría no va a hacer nada para derrocar el gobierno, y ya no por temor, sino porque apoyan el proceso ó porque quieren progresar como persona y como país, pero temen perder las ventajas sociales que les dio la revolución, temen los traumas y la inestabilidad política y sus consecuencias. Sino miramos a través de un cristal transparente, por más que miremos o escuchemos, siempre será lo que queremos ver y escuchar. Sino salimos de nuestro círculo, las conclusiones siempre serán las mismas. 

Reconociendo, que el modelo de gestión es ineficiente, el levantamiento del bloqueo, sin dudas rentabilizaría más los exiguos ingresos en divisa del país, sólo por concepto de cercanía y flete. Cuba es un mercado natural para EEUU, atractivo para muchos sectores norteamericanos: agricultores, operadores y gestores turísticos, empresas tecnológicas y de biotecnología, inmobiliarias, etc. Fluirían los créditos y las inversiones no sólo desde EEUU, sino a nivel internacional, sin restricciones extraterritoriales; y automáticamente se reanimaría la economía y el nivel de vida de la población. Para los que quieren que se caiga la Revolución, pienso que no hay mayor reto para su dirección del país, que conservar sus valores y su orientación política, en medio de una influencia arrolladora del sector privado, del turismo masivo norteamericano, y de la presencia de muchas empresas extranjeras. 

Si la Revolución se cae, será bajo estas condiciones; sino, será signo de que mejoraron ostensiblemente las condiciones de vida de su población, y que la Revolución se reinventó dando más oportunidades de progreso a su población en general y en lo individual; y que ha mostrado más tolerancia aunque mantenga el poder político, y se ha vuelto más inclusiva. ¿Por qué no aceptamos el reto? Este es un terreno común para los que quieren que se caiga y para los que la defienden ¿Acaso no deseamos y queremos lo mejor para nuestro pueblo? ¿O lo que queremos es que se caiga aquello a cualquier costo social, para satisfacer nuestro odio, frustración y resentimiento? Empecemos por unirnos para desmantelar el Bloqueo; y que el tiempo y la historia se ocupen de lo demás. El bloqueo sobrevive por el odio y lucro de legisladores cubanos americanos, que condicionan vuestro voto al presidente, a cambio de la mantención del mismo. Si queremos jugar un papel activo, respetando la resultante, sea cual fuese, tenemos la oportunidad de hacerlo desde ya, por justicia, coherencia y solidaridad con nuestro pueblo