Como regla, los grandes cambios sociales se
producen bajo una situación de crisis económica o de guerra. En época de crisis,
la sociedad tiende a polarizarse ante su decepción con la política tradicional
y/o del gobierno de turno. Crece la izquierda, y en algunos países la
ultraderecha. La derecha tiende a limitar libertades; y en su afán de mantener a
flote a los privilegiados, descarga la crisis sobre el resto de la sociedad. Si
los partidos políticos de izquierda no aprovechan esa situación y ese momento,
para canalizar con inteligencia el descontento social, las aguas volverán a su
cauce. Entonces tendremos que asumir que se ha perdido la oportunidad de
recuperar las conquistas sociales arrebatadas, de lograr otras, y de tratar de
blindarlas de forma tal que sólo puedan ser revocadas mediante referendo
popular. Pasarán décadas hasta que se produzca una situación similar.
Normalmente, el voto de la mayor parte de
población es emocional. En época de crisis es un acto reflejo casi incondicionado
de su inseguridad, insatisfacción o frustración con el gobierno de turno, sea
del color que sea; y al que le achaca con razón o sin ella, el deterioro de su
sistema de vida y su bienestar. Todos sabemos que las crisis del capitalismo
son cíclicas, y que son cada vez más profundas y largas, pero todavía tiene
muchas reservas, y terminará reacomodándose. La media de la población es de
comportamiento conservador. Con tranquilidad y algo de bienestar se
conforma. Aunque a un alto costo social,
la economía volverá a reanimarse; y en lo político se harán reformas de poco
calado que aplacarán los ánimos. En la izquierda más comprometida quedarán los
votantes tradicionales y algo más. Entonces, a lamentarnos, y a buscar
culpables.
Por razones que muchos sospechábamos, y
reconocidas hace muy poco por el exsecretario general del PSOE, Pedro Sánchez, los
Barones del PSOE no quisieron formar un gobierno de izquierdas, un gobierno de
cambio, por “incompatibilidad” con Podemos, y con lo que representa. Finalmente,
después de dos elecciones, los dos partidos del bipartidismo, comprometidos con
la plutocracia, y convergentes en muchos temas neurálgicos a fuerza de tantos
años en el poder, han hecho posible un gobierno del PP. La crisis no ha sido
superada, sobre todo en lo social, pero si pasó el momento político más álgido.
En otras palabras, se perdió la oportunidad de conformar un gobierno de
izquierda, un gobierno de cambio
Ahora no queda otra opción que prepararse para una
lucha larga y de desgaste en las instituciones. Llegar a las instituciones es
de por sí difícil, pero más difícil es conservar tu electorado y crecer desde
la oposición. Desgraciadamente el cuadro es bastante complejo. El PP, aunque en
minoría, cuenta con recursos constitucionales para frenar o parar reformas y
propuestas de leyes. Sobre el país y su estabilidad, pende como una espada de
Damocles, la amenaza de vetos en el senado, y la disolución de las Cortes, si al
PP “no se le deja gobernar”. Si no se actúa con inteligencia y responsabilidad, el PP se
perpetuará en el poder.
En
estos momentos, el PSOE continúa sumido en su crisis, sin acabar de
rencontrarse. Históricamente,
el PSOE, ha nucleado mayoritariamente a
la izquierda. Hoy se debate entre sus Barones y sus bases, porque hace rato que
ha perdido su identidad, y no ha dejado de moverse en la ambigüedad. Su cúpula
está empeñada en mantener el statu quo del bipartidismo, ve como un peligro la
regeneración democrática dentro del partido y a nivel social, y es más afín al
PP en cuestiones de democracia. Socialmente comparte espacios y reformas con
Podemos pero bajo los dictados y condiciones de la plutocracia.
Los dos partidos emergentes: Podemos y Ciudadanos,
se han imbuido en debates internos para redefinir su línea política y su
ideario. Eso no es una casualidad, ni mera coincidencia. Es el resultado de no
haber obtenido los votos y escaños esperados; y de que la carrera por el poder
los llevó a disputarle al PSOE, su tradicional electorado- el de centro
izquierda. Tres partidos disputándose un mismo perfil de electores, luchando
por un mismo “segmento de mercado”, desangrándose, y dejando sólo al PP en su
peso. No es de extrañar que ganara el PP, ante tanta confusión, división y
ambigüedad.
Ciudadanos, finalmente se quitó la careta, y dejó
su ambigüedad intrínseca, declarándose neoliberal o liberal. Supongo que su
idea sea escorar al PP hacia la derecha dura, y posicionarse como centro
derecha, donde tendría más perspectivas al ser un partido joven, que podrá
sacar pecho de que nunca ha tenido vínculo alguno con el franquismo y la
corrupción; y que representará fundamentalmente a la clase media, y autónomos.
Si se impone la tendencia liberal, la rivalidad por el electorado de
izquierda, se simplifica al PSOE y Podemos.
Ahora mismo está en marcha el proceso de PODEMOS hacia el II Congreso
de Vista Alegre, y aparte de liderazgo, se debatirá la estrategia de
Podemos. La cobertura mediática que ha estado y está recibiendo este proceso,
es única. ¡Que viva el espectáculo!, dicen unos y ¡Que bisoñería!, dicen otros.
La mayoría de la prensa, con intencionalidad o sin ello, lo ha reducido todo a
una lucha entre Pablistas y Errejonistas, con un grupo bisagra, al que han
denominado anticapitalistas. Y en parte tienen razón, porque esto se ha convertido
en un enfrentamiento, primero medio disimulado, y ahora público y abierto, entre
dos profesores universitarios, que han trascendido el marco de la “universidad”
(de Podemos), y donde ninguno quiere ceder intelectualmente, fruto de la
arrogancia y de la falta de experiencia política. Soslayando los personalismos,
creo que lo que está en debate es sano y necesario, visto a la luz de un
próximo congreso. Eso es democracia, aunque no coincidamos en la forma en que
lo están haciendo. Veámoslo por parte.
·
Programa o estrategia
Desde que existe la izquierda, siempre han existido diferencias en
cuanto a las vías para llegar al poder, en los métodos, en el alcance de las
medidas, y en la formas de ejercer el gobierno. En las democracias
occidentales, y más dentro de los países miembros de la UE, la capacidad de
maniobra y de opciones de la izquierda es muy reducida, y sólo es posible
dentro de las reglas y normas de la democracia occidental con todas sus virtudes
y limitaciones actuales. Otra interpretación sería no entender la realidad
nuestra. Sería aferrarse al pasado y a otras experiencias, en diferentes y
distintas circunstancias. Dando por descartada la vía de la revolución socialista,
y el modelo de socialismo real aplicado en los países de la Europa oriental; entonces las diferencias entre las izquierdas quedarían limitadas a tres
cuestiones: el perfil de clase o base social, o sea a que clases y grupos
sociales representará y defenderá en
última instancia; segundo, al alcance, en el tiempo, de las medidas y leyes que se propongan,;
y tercero, a los métodos de hacer política. Todo esto en su conjunto determinará la
orientación estratégica de uno u otro partido de izquierda hacia el centro o más
a la izquierda.
La lucha entre el PSOE y Podemos por abarcar toda
la izquierda, por el mismo electorado, cerrará toda expectativa de colaboración
y cooperación entre ambos. Al mismo tiempo, mantener esa rivalidad sólo ha
creado falsos enemigos, y divide cada vez más a la izquierda. Este enfrentamiento y
desgaste sólo ha hecho las cosas más difíciles, y ha propiciado otro gobierno
del PP. Si el PSOE y Unidos Podemos,
continúan en la lucha por ser los únicos representantes de la izquierda,
siempre saldrá ganando el PP. Por otro lado, en el enfrentamiento entre el PSOE
y Podemos por el mismo espacio político, por la transversalidad de izquierda, este
último saldría desgastado ante la experiencia, conocimientos palaciegos, los
lobbies de poder financieros y mediáticos, y la fuerza de la tradición del PSOE.
Terminaría relegado a un partido minoritario, sin identidad. Perdería sus bases
originales
La otra opción es que cada uno redefina su espacio político, su
electorado, llegándose a complementar y a asociar para intentar y/o lograr
cambios. Sinceramente no creo que el PSOE acceda a limitar su espacio político; ni que Podemos
se resigne a no hacer nada.
Podemos perdió la oportunidad de “tomar el cielo por asalto”, y se
impone un momento de reflexión y reajustes para poder sobrevivir y crecer desde
la oposición. Podemos puede tomar la iniciativa,
y a partir de este congreso tratar de escorar, arrinconar al PSOE al centro izquierda, y
convertirse en el verdadero partido obrero español de hoy. En definitiva, ya hace
tiempo que en la práctica, el PSOE renuncio a representar a sus bases obreras. Podemos
se podría posicionar en la izquierda comprometida con cambios de calado
·
Métodos y lenguaje
A diferencia del PSOE, Podemos si aspira y mantiene sus
intenciones de hacer reformas políticas y sociales de calado, y no sólo para
hoy, sino también para que no se pierdan con la llegada al poder de gobiernos de mayoría de derecha, y
no se repitan los mismos errores. Pero eso no basta, si Podemos no logra ser visualizado como un
partido responsable, como un partido de gobierno
Hasta ahora, Podemos y sus confluencias no han logrado sobreponerse
al “infantilismo de izquierda”. Siguen cometiendo errores de forma; al
confundir el querer ser respetados y apoyados con la teoría del susto y del
miedo; confundir gestos con fidelidad a
sus bases; se desgastan en lo secundario contra lo importante; y desnudan sus
discrepancias en las redes sociales.
Sin perder su esencia, el contenido de sus programas, Podemos está
más obligado que nadie, entre otras cosas por el acoso mediático, a cuidar su
lenguaje en las instituciones, y diferenciarlo con el de los mítines; a no
hacer gestos que lo deshumanicen ante la sociedad y lo cataloguen de
irreverentes e irrespetuosos. Podemos está obligado a convencer a todos, de que
si llega al poder hará cambios, pero representará a la sociedad en su conjunto;
y mostrará su apego y respeto a esta constitución hasta que no sea modificada o
cambiada.
Esto no implica que renuncie a las movilizaciones populares para
presionar, visualizar y concientizar a la sociedad sobre problemas sociales acuciantes,
que se quieren obviar o dilatar su solución. Eso es derecho de expresión y de movilización
y forma parte de la democracia. El método de combinar la lucha en las
instituciones con las movilizaciones populares, convocadas por ellos o no, sería una fortaleza si saben manejarlo.
·
Liderazgo
·
Democracia interna
Si una vez terminado el Congreso, Podemos perdiera su virginidad
política y se rencontrara; si la ingenuidad se hubiese transformado en madurez;
si todos cedieran un poquito y dejaran la vanidad y el prurito intelectual en
las aulas; y si la diversidad se integrara en la unidad, entonces bienvenido sea
el barullo