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lunes, 2 de marzo de 2015

ESPAÑA PSOE. Ahora o nunca


En 1978, el pueblo español y la mayoría de sus líderes políticos querían dejar atrás una cruenta y trágica página de su historia. Están dispuestos a perdonar y transigir con tal de revertir la situación existente y asegurar un futuro estable y próspero. Temen un nuevo enfrentamiento, el regreso al pasado o al ajuste de cuentas a pesar de la postura pública y concesiones de los padres de la transición. No iban a apostar ni por los comunistas, y mucho menos por los franquistas. En ese contexto, un PSOE, un partido que renuncia al marxismo como ideología, con un programa centrista, dispuesto a ampliar y consolidar la democracia, y a respetar las bases del capitalismo, era el partido ideal, y le funcionó bien a Felipe González su estrategia. Con los gobiernos socialistas, hasta la etapa final de Zapatero, España creó las bases, y desarrolló lo que hoy conocemos como la sociedad del bienestar, haciendo abstracción de las consecuencias de la llamada reindustrialización. El PSOE se convirtió en la fuerza política más votada y con mayor tiempo en el poder desde el 1978 al 2011, con la excepción de los dos periodos de gobierno de Aznar.

Entonces cabría  preguntarse, ¿qué ha cambiado?¿cuál es la causa de que el PSOE haya pasado del protagonismo político, a ser la tercera fuerza política, y la tercera con intención de votos?, según las últimas encuestas ¿Será que los electores tienen mala memoria?

Empecemos por la “mala memoria”. La historia demuestra que los logros ciudadanos consolidados, las masas lo dan por hecho, por derecho propio, y no miran a quien se debieron cuando ven en peligro la existencia de estos. La historia más reciente de la Europa en crisis mostró cómo los electores castigaron en las urnas (con la excepción de la Merkel en Alemania) al partido de gobierno, independientemente de que fuera de derechas o de izquierdas

A Zapatero no se le puede imputar una crisis de carácter mundial, pero si su falta de previsión y mala gestión de la crisis, que en el caso de España es más cruda por los serios problemas estructurales de su economía (en aquel entonces el 33% del PIB le correspondía a la industria del ladrillo e inmobiliaria). El desempleo se disparó de 1.76 millones de personas (un 7,95 % de la población activa) a 5.273.600, y la tasa de paro se acercó al 23%. En paralelo, Zapatero tomó medidas económicas alejadas del programa electoral, como la congelación de pensiones, reducción del salario de los empleados públicos, retirada del cheque-bebé, de la deducción de 400 euros en el IRPF, además de aprobar una reforma laboral que significó un gran retroceso social que profundizaría el PP; y finalmente aprueba con el apoyo del PP la reforma constitucional para establecer un techo de déficit, y con ello clavar la política de austeridad para la clase media y los más humildes.

Cuando Zapatero se vio presionado por la Troika, a tomar medidas anti populares y contrarias a su programa y trayectoria, debió renunciar. En un último intento para no seguir enterrando al PSOE, adelanta finalmente las elecciones

Todo esto aún está fresco en las mentes de los ciudadanos, y el PP se ha encargado de recordarlo todos los días y en cada intervención, “estas medidas de austeridad son consecuencia del estado de cosas que heredamos”

Aún así, la situación política se podría haber revertido. Su adversario político histórico y en el poder desde hace más de 3 años, ha aplicado un paquete de medidas de austeridad a favor de los poderosos, que han convertido a España en el país europeo donde más ha crecido la desigualdad social y los niveles de pobreza y de exclusión social. El PP ha aprobado una reforma laboral que ha aumentado la precariedad del empleo a niveles nunca vistos; se ha mostrado insensible ante los desahucios, los despidos amañados, la estafa de las preferentes, y a cubrir tratamientos a tiempo a enfermos mortales (hepatitis C); y ha limitado las libertades ciudadanas. La máxima dirección del PP ha estado vinculada directamente a grandes  escándalos de corrupción y financiamiento ilegal. Así y todo, el PSOE no ha podido recuperar su protagonismo en la izquierda, y sigue por debajo del PP en estimación e intención directa de voto  

El PSOE se ha distanciado cada vez más de su electorado, desgastandose en guerras internas de liderazgo, y en ataques frontales a los otros partidos de izquierda, ya sea inducidos por el PP ó por su falta de visión política, en vez de ir a las verdaderas causas. Desde la sistematización de la política, “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. La culpa no es de Podemos, de Izquierda Unida, o de Ciudadanos. Mientras más ataquen a los partidos de izquierda, donde se han refugiado hoy parte de los decepcionados del PSOE y del PP, más se distancian de la izquierda y estarán más lejos de recuperar a esos electores insatisfechos

Para salvar la situación y el futuro político, el PSOE tiene que percibir primero el riesgo real de desaparecer tal como le ocurre al PASOK, e inmediatamente ir a las causas para poder evitarlo. Para ello hace falta mucha valentía, sentido común y sentido de izquierda, que yo llamo sensibilidad y responsabilidad con los desprotegidos y marginados por la crisis, amén de que sea representante o no de la clase media trabajadora. Me niego a pensar que el PSOE no solo haya renunciado al marxismo como ideología, sino también a su histórica base social acomodándose en el centro, a la política como un fin, y al comprometimiento con el gran capital, como ya lo hizo Felipe González en lo personal, que parece no haberse percatado que desde ya mucho tiempo dejó de ser un referente de izquierda cuando traspasó la “puerta giratoria”

El PSOE y el PP se consideran herederos vitalicios de la transición, y defienden a ultranza el carácter acabado y definitivo de la constitución de 1978, como si la vida no fluyera y estuviera en constante cambio y evolución. La constitución es por tanto, susceptible de cambio y perfeccionamiento sin perder su esencia. Claro, que cuando los dos partidos lo han entendido conveniente, le han hecho enmiendas o reformas “urgentes” a la constitución. De esto se percata también el electorado

Quiero creer y creo que hay fuerzas sanas y con espíritu renovador en el PSOE, dispuestas a salvarlo. ¿Qué podría y debe hacer el PSOE entonces?
Primero. Pedir perdón a los ciudadanos y a sus electores por los errores cometidos durante su último gobierno, y durante la legislatura en curso de Rajoy: su mala gestión de la crisis, su política ambivalente de equilibrista político que tira para la izquierda o para la derecha según convenga, por su traición a la clase media con la aprobación de la ley de techo de déficit, su desprecio inicial a los indignados, su indiferencia ante las “puertas giratorias”, por los escándalos de corrupción desde el último gobierno de Felipe González; y por su auto complacencia y renuencia a perfeccionar la constitución.
Segundo. Debe presentarse ante los electores, como la alternativa real, para salir de la crisis más rápidamente y a un menor costo social. Esto no se logra con consignas. Sólo se puede lograr con un programa electoral o de gobierno concreto y viable, encaminado no sólo a revertir el desmejorado sistema de bienestar social, sino también a perfeccionar el funcionamiento de la sociedad en su conjunto, y evitar que se repitan los mismos errores. Tiene que ser un programa en que el electorado vea voluntad de cambio, compromiso, objetividad y viabilidad  
Tercero. Reconocer que está muy lejos de poder desbancar al PP en solitario, el verdadero enemigo, y que solo eso será posible si se alinea hacia el centro-izquierda, y pacta con el resto de las fuerzas de izquierdas un programa mínimo para todos, donde se dejen a un lado los intereses ideológicos, fundacionales y ególatras de los diferentes partidos y sus dirigentes, para asegurar la victoria electoral y gobernabilidad de la izquierda post- elecciones. La política centrista y en solitario de Felipe González, sería un suicidio político en momentos de crisis y polarización social. Cada vez más, a los ojos de las grandes masas el PSOE se diluye con el PP

Para un partido nuevo, desconocido hasta hace poco, es más fácil entusiasmar, y erigirse en representante y alternativa para los electores defraudados, desilusionados, para los desempleados, de empleo precario, para los marginados y olvidados. Pero el PSOE si tendrá que emplearse a fondo y convencer. Con medidas populistas o no, Podemos les ha dado esperanzas a muchos. Ciudadanos, pasó de las consignas a propuestas concretas, y las últimas encuestas reflejan su ascenso; y alerta, eh!, que este es también un partido de centro, y compiten por el mismo “segmento de mercado”

Las crisis son oportunidades para desarrollarnos, romper esquemas y recomenzar, sin renunciar a todo lo bueno y con fundamento que se ha creado. Sería una irresponsabilidad política e histórica del PSOE, no percatarse del momento histórico que está viviendo España, y no actuar en consecuencia. España está viviendo una oportunidad única en su historia de democracia. Más allá del interés por desplazar a la derecha del poder, está y por encima de todo, la necesidad de proponer y adoptar medidas urgentes que alivien el peso de la crisis sobre los más afectados; medidas que permitan perfeccionar los pilares y garantías de la democracia a todos los niveles como antídoto a la corrupción, al no cumplimiento de los programas electorales, al dedazo o al decretazo, a las imposiciones; y medidas para enrumbar la economía hacia un cambio estructural que la haga menos vulnerable a las crisis, y le de más solidez a la sociedad de Bienestar social.

En las encuestas realizadas sobre el último debate de la nación, ganó la abstención y la incertidumbre. Ya a nivel de la confrontación de los dos partidos mayoritarios representados en el congreso, ganó Pedro Sánchez y el PSOE. Tienen ahora, aunque efímero, un balón de oxígeno, no lo desaprovechen y rectifiquen.