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sábado, 8 de mayo de 2021

Elecciones del 4M y la victoria del Ayusismo

Isabel Ayuso ha ganado las elecciones, de forma clara y apabullante, a mi pesar, y del de muchos; pero así es la democracia, y hay que respetar la decisión de los electores y sus resultados. Como bueno, para todos y para la democracia, la extraordinaria participación electoral (76.25%) 

Madrid, ciudad cosmopolita y abierta, capitaliza mucha inversión que se traduce en industrias, servicios, empleos, más vida social y cultural, y más intercambio con el resto de las comunidades y con el exterior, a través del flujo y reflujo de ciudadanos, trabajadores o emprendedores, de turistas de todas partes del mundo. Es de suponer, que, abstrayéndonos de los ilegales, y de los sectores de mayor precariedad, hay mayor nivel medio de vida, más clase alta, media, dirigente, gestores empresariales y de capital, autónomos y emprendedores asociados también a las tecnologías, y de funcionariado.  El Madrid boyante, eclipsa, relega y margina al otro Madrid, donde incluso hay muchos que van tras el sueño neoliberal, y siendo pobres piensan como ricos. 25 años consecutivos del PP en el poder, no pueden ser explicados, sólo, por errores o por poca personalidad de los candidatos de la izquierda; que sin dudas los hubo

Para cualquier observador externo y neutral, que medianamente haya seguido la pre y campaña electoral de Madrid, le puede resultar inverosímil, surrealista, que haya ganado, una versión femenina y joven del Trumpismo; una candidata que, ni siquiera ha sabido explicar “bien” su eslogan principal de campaña: libertad, citando todo tipo de gilipolleces y tontadas, que ruborizarían al más conservador de la RAE y de la Complutense o Juan Carlos I. Y puse bien entre comillas, porque más adelante veremos, que en ello radicó la clave de su éxito electoral. Una candidata, que, ha basado toda su gestión en hacer oposición por oposición; en llevar la contraria a las medidas y decisiones del gobierno central (acatadas y consensuadas por la mayoría de las comunidades), para frenar y enfrentar la pandemia; y que, carente de un programa, al menos visible, sólo ha ofrecido como medida estrella, seguir bajando impuestos a los más ricos. Pero Madrid, es Madrid; y a sus antecedentes de derechas, habría que agregar que ya es una tendencia mundial, la frivolización de la política por sus actores activos y pasivos; el voto emocional y no racional; a la jerarquización del efecto por encima de la causa; al ruido por encima de los argumentos; al miedo inducido, por encima de la verdad; a la importancia de lo intrascendente; en fin, a la manipulación de la opinión pública mediante el populismo, en este caso, mezcla de nacionalismo, de liberalismo y libertarianismo, y de un anticomunismo ramplón, reiterativo, geopolítico, lejos de la realidad mundial de hoy, y que intenta blanquear al fascismo y los años de dictadura franquista. Pero hasta aquí, no es suficiente para entender este fenómeno Ayuso; que adelanto, que no es aplicable al resto de país, por muchas razones, que intentaré explicar

   El mundo es diverso, y opiniones sobre el fracaso de la izquierda y la victoria de la “Ayusada”, hay y habrá muchas, todas respetables

Primero. Era una victoria esperada, o muy cerrada, de acuerdo a casi todos los vaticinios demoscópicos. Desde el mismo momento que Ayuso asumió la presidencia de Madrid, con los votos de Ciudadanos, no ha dejado de estar en campaña electoral. Ante la debilidad del PP a nivel nacional, utilizó Madrid como “fortaleza sitiada”, para visualizar la oposición al gobierno. Su estrategia fue; por un lado, oponerse a todo lo que decía y hacía el gobierno de coalición del PSOE-Unidas Podemos; y salir todos los días en los medios de difusión masiva. Por un tiempo, el gobierno central evitó entrar en el fango, pero terminó dentro del ruedo, y le dio la visualización y victimización que ella buscaba, y que inteligentemente trasladó a la comunidad. Madrid “atacada”, “incomprendida”, “no apoyada”, “abandonada”, según ella -un poco a lo catalán- pero que le sirvió para exacerbar y movilizar el españolismo rancio, y la arrogancia capitalina. Y en paralelo, se sumó a la estrategia de VOX, de deslegitimar el gobierno de coalición, por la entrada de Unidas Podemos, y el apoyo legislativo de los partidos independentistas. Esta estrategia le ayudó a movilizar su electorado tradicional, el Madrid más acomodado, “españolista” y “light”, desde la estigmatización del gobierno central como coalición comunista-soviético-chavista; y con el apoyo activo de los principales medios de prensa, y la participación de una parte de la judicatura madrileña, que se prestó a la desacreditación y linchamiento de Pablo Iglesias, aunque al final fuesen retirados los cargos por falta de pruebas o por insostenibilidad.

Segundo. Con ese clima de tensión y crispación, logró desviar la atención sobre sus pésimos resultados de gestión social y de la pandemia; de los “pelotazos” del fallido Hospital de emergencias Isabel Zendal, y del “Milagro” del hospital de campaña de IFEMA (El precio del 'milagro' de IFEMA: 19 millones y contratos que triplican el coste sanitario[1]); de la muerte de ancianos en residencias por falta de atención hospitalaria al haber sido descartados, pues ocuparían camas de UCI; por sus gastos de alojamiento en un hotel, durante la primera ola de la pandemia; por el aberrante e indignante cambio de la comida escolar por una merienda fast food. Pero, haciendo honor a la objetividad, en las últimas elecciones autonómicas en Cataluña y el país vasco, la gestión de la pandemia no les pasó factura a los partidos de gobierno, por tanto, hay que seguir profundizando

Tercero. Ante una pandemia, totalmente nueva, y con resultados abrumadores en contagios, hospitalizados y muertes, la percepción social del riesgo era muy alta durante la primera Ola. Con el tiempo, fue bajando esa percepción y la angustia por el posible contagio, y fue sustituida por el cansancio, la frustración por el encierro y falta de movilidad, “la rabia” de la impotencia por no tener trabajo, por no poder hacer vida social, etc. En medio de esa espiral ascendente, de ese telón de fondo, Ayuso aprovecha, oportunamente, un paso en falso de Ciudadanos en Murcia, y adelanta las elecciones. Lanza su campaña con la palabra mágica, LIBERTAD, que contrapone a socialismo, comunismo; y logra, de un golpe sumar los votos de la derecha tradicional madrileña, el de los autónomos (restauración, comercio, etc.), de los trabajadores sin empleo o con empleo precario, y el de los jóvenes. Genialmente, logra catalizar y canalizar, todo el sentimiento de angustia y frustración de la crisis de salud y social producto a la pandemia, y descargarla sobre el gobierno central, como “principal culpable”, que limita y restringe, “ex profeso e injustificadamente” la vida económica y social de la comunidad. Se convirtió en la defensora del nivel de vida de los madrileños, del tejido empresarial autónomo y de la restauración y el comercio; del empleo; y de los jóvenes. A estos últimos, supo captarlos, además, con su discurso fresco, espontaneo, atrevido e irreverente, con lenguaje y ejemplos mundanos, con el lenguaje de muchos jóvenes en nuestros días; con el lenguaje de las redes... El elector joven es transgresor por naturaleza, quiere ser independiente, totalmente libre en la toma de sus decisiones, y necesita de sus “momentos de gloria” para reafirmarse ante sus padres y ante la sociedad; y si a esto sumamos, que por la Pandemia le han reducido su movilidad y restringido su vida social, el mensaje de libertad cuela y moviliza. Ayuso siguió sumando; y para mí, esto marcó, en gran medida, la diferencia en medio de la excepcionalidad pandémica

La situación de hoy es coyuntural, y en la misma medida que la vacunación se haga mas extensiva, se recuperará la economía en lo fundamental, aunque no necesariamente se recuperarán todo el empleo y todos los negocios. La angustia y el encierro si desaparecerán; y Ayuso, la izquierda madrileña, y el gobierno central tienen dos años para mantener o recuperar electorado. No todo está perdido, y al perro huevero, aunque le quemen el hocico, seguirá comiendo huevos. Veremos cual es el saldo final de la gestión de Ayuso y el PP, porque tanto las expectativas como las exigencias sociales, son y serán muy altas, y sólo disponen de dos años. El análisis del papel desempeñado por la izquierda, sus aciertos y errores, es más complejo; y lo intentaré en otra reflexión