En 1978, el
pueblo español y la mayoría de sus líderes políticos querían dejar atrás una
cruenta y trágica página de su historia. Están dispuestos a perdonar y
transigir con tal de revertir la situación existente y asegurar un futuro
estable y próspero. Temen un nuevo enfrentamiento, el regreso al pasado o al
ajuste de cuentas a pesar de la postura pública y concesiones de los padres de
la transición. No iban a apostar ni por los comunistas, y mucho menos por los franquistas.
En ese contexto, un PSOE, un partido que renuncia al marxismo como ideología, con un
programa centrista, dispuesto a ampliar y consolidar la democracia, y a
respetar las bases del capitalismo, era el partido ideal, y le funcionó bien a
Felipe González su estrategia. Con los gobiernos socialistas, hasta la etapa
final de Zapatero, España creó las bases, y desarrolló lo que hoy conocemos
como la sociedad del bienestar, haciendo abstracción de las consecuencias de la llamada reindustrialización. El PSOE se convirtió en la fuerza política más
votada y con mayor tiempo en el poder desde el 1978 al 2011, con la excepción
de los dos periodos de gobierno de Aznar.
Entonces cabría preguntarse, ¿qué ha cambiado?¿cuál es la
causa de que el PSOE haya pasado del protagonismo político, a ser la tercera
fuerza política, y la tercera con intención de votos?, según las últimas
encuestas ¿Será que los electores tienen mala memoria?
Empecemos por la
“mala memoria”. La historia demuestra que los logros ciudadanos consolidados,
las masas lo dan por hecho, por derecho propio, y no miran a quien se debieron
cuando ven en peligro la existencia de estos. La historia más reciente de la Europa en
crisis mostró cómo los electores castigaron en las urnas (con la excepción de
la Merkel en Alemania) al partido de gobierno, independientemente de que fuera
de derechas o de izquierdas
A Zapatero no se
le puede imputar una crisis de carácter mundial, pero si su falta de previsión
y mala gestión de la crisis, que en el caso de España es más cruda por los
serios problemas estructurales de su economía (en aquel entonces el 33% del PIB
le correspondía a la industria del ladrillo e inmobiliaria). El desempleo se
disparó de 1.76 millones de personas (un 7,95 % de la población activa) a
5.273.600, y la tasa de paro se acercó al 23%. En paralelo, Zapatero tomó
medidas económicas alejadas del programa electoral, como la congelación de
pensiones, reducción del salario de los empleados públicos, retirada del cheque-bebé,
de la deducción de 400 euros en el IRPF, además de aprobar una reforma laboral que significó un
gran retroceso social que profundizaría el PP; y finalmente aprueba con el apoyo del PP la reforma constitucional para establecer un techo de déficit, y con ello clavar la
política de austeridad para la clase media y los más humildes.
Cuando Zapatero se
vio presionado por la Troika, a tomar medidas anti populares y contrarias a su
programa y trayectoria, debió renunciar. En un último intento para no seguir
enterrando al PSOE, adelanta finalmente las elecciones
Todo esto aún
está fresco en las mentes de los ciudadanos, y el PP se ha encargado de
recordarlo todos los días y en cada intervención, “estas medidas de austeridad
son consecuencia del estado de cosas que heredamos”
Aún así, la
situación política se podría haber revertido. Su adversario político histórico
y en el poder desde hace más de 3 años, ha aplicado un paquete de medidas de
austeridad a favor de los poderosos, que han convertido a España en el país
europeo donde más ha crecido la desigualdad social y los niveles de pobreza y
de exclusión social. El PP ha aprobado una reforma laboral que ha aumentado la
precariedad del empleo a niveles nunca vistos; se ha mostrado insensible ante
los desahucios, los despidos amañados, la estafa de las preferentes, y a cubrir tratamientos a tiempo a enfermos
mortales (hepatitis C); y ha limitado las libertades ciudadanas. La máxima
dirección del PP ha estado vinculada directamente a grandes escándalos de corrupción y financiamiento
ilegal. Así y todo, el PSOE no ha podido recuperar su protagonismo en la
izquierda, y sigue por debajo del PP en estimación e intención directa de voto
El PSOE se ha distanciado
cada vez más de su electorado, desgastandose en guerras internas de liderazgo,
y en ataques frontales a los otros partidos de izquierda, ya sea inducidos por el PP ó
por su falta de visión política, en vez de ir a las verdaderas causas. Desde la
sistematización de la política, “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. La
culpa no es de Podemos, de Izquierda Unida, o de Ciudadanos. Mientras más
ataquen a los partidos de izquierda, donde se han refugiado hoy parte de los
decepcionados del PSOE y del PP, más se distancian de la izquierda y estarán
más lejos de recuperar a esos electores insatisfechos
Para salvar la
situación y el futuro político, el PSOE tiene que percibir primero el riesgo
real de desaparecer tal como le ocurre al PASOK, e inmediatamente ir a las causas para poder
evitarlo. Para ello hace falta mucha valentía, sentido común y sentido de izquierda,
que yo llamo sensibilidad y responsabilidad con los desprotegidos y marginados
por la crisis, amén de que sea representante o no de la clase media trabajadora.
Me niego a pensar que el PSOE no solo haya renunciado al marxismo como
ideología, sino también a su histórica base social acomodándose en el centro, a la política como un fin, y al comprometimiento con el gran capital,
como ya lo hizo Felipe González en lo personal, que parece no haberse percatado
que desde ya mucho tiempo dejó de ser un referente de izquierda cuando traspasó
la “puerta giratoria”
El PSOE y el PP
se consideran herederos vitalicios de la transición, y defienden a ultranza el
carácter acabado y definitivo de la constitución de 1978, como si la vida no
fluyera y estuviera en constante cambio y evolución. La constitución es por tanto,
susceptible de cambio y perfeccionamiento sin perder su esencia. Claro, que
cuando los dos partidos lo han entendido conveniente, le han hecho enmiendas o
reformas “urgentes” a la constitución. De esto se percata también el electorado
Quiero creer y
creo que hay fuerzas sanas y con espíritu renovador en el PSOE, dispuestas
a salvarlo. ¿Qué podría y debe hacer el
PSOE entonces?
Primero. Pedir perdón a los ciudadanos
y a sus electores por los errores cometidos durante su último gobierno, y
durante la legislatura en curso de Rajoy: su mala gestión de la crisis, su
política ambivalente de equilibrista político que tira para la izquierda o para
la derecha según convenga, por su traición a la clase media con la aprobación
de la ley de techo de déficit, su desprecio inicial a los indignados, su indiferencia
ante las “puertas giratorias”, por los escándalos de corrupción desde el último
gobierno de Felipe González; y por su auto complacencia y renuencia a
perfeccionar la constitución.
Segundo. Debe presentarse ante los electores, como la alternativa
real, para salir de la crisis más rápidamente y a un menor costo social. Esto
no se logra con consignas. Sólo se puede lograr con un programa electoral o de gobierno concreto y
viable, encaminado no sólo a revertir el desmejorado sistema de bienestar social, sino
también a perfeccionar el funcionamiento de la sociedad en su conjunto, y
evitar que se repitan los mismos errores. Tiene que ser un programa en que el electorado vea voluntad de cambio, compromiso, objetividad y viabilidad
Tercero. Reconocer que está muy lejos
de poder desbancar al PP en solitario, el verdadero enemigo, y que solo eso
será posible si se alinea hacia el centro-izquierda, y pacta con el resto de
las fuerzas de izquierdas un programa mínimo para todos, donde se dejen a un
lado los intereses ideológicos, fundacionales y ególatras de los diferentes
partidos y sus dirigentes, para asegurar la victoria electoral y gobernabilidad
de la izquierda post- elecciones. La política centrista y en solitario de
Felipe González, sería un suicidio político en momentos de crisis y
polarización social. Cada vez más, a los ojos de las grandes masas el PSOE se
diluye con el PP
Para un partido
nuevo, desconocido hasta hace poco, es más fácil entusiasmar, y erigirse en representante y
alternativa para los electores defraudados, desilusionados, para los desempleados,
de empleo precario, para los marginados y olvidados. Pero el PSOE si tendrá que
emplearse a fondo y convencer. Con medidas populistas o no, Podemos les ha dado
esperanzas a muchos. Ciudadanos, pasó de las consignas a propuestas concretas,
y las últimas encuestas reflejan su ascenso; y alerta, eh!, que este es también
un partido de centro, y compiten por el mismo “segmento de mercado”
Las crisis son
oportunidades para desarrollarnos, romper esquemas y recomenzar, sin renunciar
a todo lo bueno y con fundamento que se ha creado. Sería una irresponsabilidad
política e histórica del PSOE, no percatarse del momento histórico que está
viviendo España, y no actuar en consecuencia. España está viviendo una
oportunidad única en su historia de democracia. Más allá del interés por desplazar
a la derecha del poder, está y por encima de todo, la necesidad de proponer y adoptar medidas urgentes que
alivien el peso de la crisis sobre los más afectados; medidas que permitan perfeccionar los pilares y garantías de la democracia a todos los niveles como antídoto a la
corrupción, al no cumplimiento de los programas electorales, al dedazo o al decretazo,
a las imposiciones; y medidas para enrumbar la economía hacia un cambio estructural que
la haga menos vulnerable a las crisis, y le de más solidez a la sociedad de Bienestar social.
En las encuestas
realizadas sobre el último debate de la nación, ganó la abstención y la
incertidumbre. Ya a nivel de la confrontación de los dos partidos mayoritarios
representados en el congreso, ganó Pedro Sánchez y el PSOE. Tienen ahora,
aunque efímero, un balón de oxígeno, no lo desaprovechen y rectifiquen.
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