Ante la
lamentable y repudiable pérdida de vidas humanas en Francia durante los
días 7, 8 y 9 de enero, a manos de
terroristas yihadistas, son muchas las voces que se han alzado, y los criterios
vertidos. La inmensa mayoría repudia y condena, y hay quienes además, también
tratan de encontrar o explicar las posibles causas, para poder enfrentar este
serio problema a mediano y largo plazo; y ya no solo con medidas de contención
policial y militar.
De la condena,
ni la más mínima duda. No hay razones, ni argumentos suficientes en el mundo
que justifiquen el sacrificio de ciudadanos, al margen de sus ideas y creencias.
Como quiera que lo enfoquen es brutal, despiadado, repudiable, insensato e
irracional; pero la búsqueda de las posibles causas que motivaron ese brutal
comportamiento no es ocioso, al menos como ejercicio de autocritica
Articulistas, de
diversas posiciones y tendencias, ven indistintamente posibles causas, en mi opinión
todas validas, con mayor o menor peso especifico. Se habla de la falta de
previsión de los servicios de inteligencia de Francia, falta de coordinación
con otros servicios afines internacionales y con la policía local; las
condiciones sociales en Francia, en las que vive una parte de los musulmanes de origen o de
nacimiento árabe (discriminaciones,
segregaciones étnicas, guetización, etc); la preocupación y velada
agresividad de determinados medios de difusión y sectores contra la cambiante
composición étnica y religiosa de Francia; del apoyo de EEUU, como origen, al
surgimiento y entrenamiento del ala militar de Al Qaeda (Osama Bin Laden) para
enfrentar a la ocupación soviética de parte del territorio de Afganistán; a la
intromisión de los EEUU y estados europeos en los asuntos internos del Medio
Oriente, destapando la caja de pandora al apoyar y armar grupos insurgentes
contrarios a sus respectivos regímenes, de donde no solo salieron gran parte de
las armas de los yihadistas, sino también y sobre todo las condiciones de caos
y anarquía en la región para que surgiera el Estado islámico. Ese estado de
inestabilidad, caos y guerra en la región, hace que la lucha por la derrota o
neutralización del terrorismo yihadista y el llamado Estado islámico, sea muy
compleja, y no se vislumbre a corto plazo su desenlace final
Dentro de las
voces que condenaron estos actos terroristas, no podía faltar la voz de Papa
Francisco (Jorge Mario Bergoglio), una figura tan activa de nuestros tiempos,
que está sacando a la iglesia católica del letargo, del decrecimiento, y del
descrédito por su pasividad y tolerancia en la denuncia y condena los casos de
pederastia. Sus valientes planteamientos autocríticos y críticos, sus reformas,
su gran sensibilidad hacia los desprotegidos, y el respeto a la diversidad religiosa, lo han hecho muy grande incluso ante los ateos. Hay voces que se han
escandalizado con su respuesta al periodista francés, manipulando sus palabras
en el sentido de sacarlas de su contexto; algo ya habitual en algunos
periodistas y tertulianos, que practican un periodismo mediocre, facilista y
sensacionalista muy en boga en los momentos actuales.
Para que el
lector tenga más información de lo que hablamos, cito textualmente su respuesta
al periodista francés, publicado en el periódico El País, el 16 de enero del
2015
“cada uno tiene el derecho de practicar la
propia religión”
“matar en nombre de Dios es una aberración”
“No se puede provocar”, dijo el Papa, “no se puede
insultar la fe de los demás. No puede uno burlarse de la fe. No se puede”... “Creo que los dos son derechos humanos
fundamentales, tanto la libertad religiosa como la libertad de expresión… Usted
es francés, vayamos a [lo de] París, ¡hablemos claro!”.
“En cuanto a la libertad de expresión: cada persona
no solo tiene la libertad, sino la obligación de decir lo que piensa para
apoyar el bien común (…) Pero sin ofender, porque es cierto que no se puede
reaccionar con violencia, pero si el doctor Gasbarri [organizador de los viajes
papales], que es un gran amigo, dice una grosería contra mi mamá, le espera un
puñetazo. No se puede provocar, no se puede insultar la fe de los demás (...)
Hay mucha gente que habla mal, que se burla de la religión de los demás. Estas personas
provocan y puede suceder lo que le sucedería al doctor Gasbarri si dijera algo
contra mi mamá. Hay un límite, cada religión tiene dignidad, cada religión que
respete la vida humana, la persona humana… Yo no puedo burlarme de ella. Y este
es límite. Puse este ejemplo del límite para decir que en la libertad de
expresión hay límites como en el ejemplo de mi mamá.
¿Qué hay de
extraño en sus planteamientos?, ¿Qué hay de extraño en qué la máxima autoridad
católica defienda el derecho a la fe de cualquier religioso, sea cual fuese su
fe?, me parece obvio. Qué el Papa ponga un ejemplo terrenal de cómo se puede
reaccionar antes las ofensas, no quiere decir que esté de acuerdo con la
violencia, pero aunque el ejemplo alguien pudiera catalogarlo de no ser el más
feliz, porque él no es divino, a nadie se le pudiera ocurrir catalogar al Papa
de musulmán, y mucho menos a favor de los terroristas. Que haya hablado
abiertamente como nos tiene acostumbrados, y haya puesto sobre la mesa el
análisis de la tan manipulada libertad de expresión, desde una perspectiva
integral y racional, me parece valiente, no hipócrita, y un acto consciente de
su influencia política y responsabilidad espiritual sobre millones de católicos
Pero no he
sentido la necesidad de escribir estas notas solo para defender la postura del
Papa, porque él se sabe defender muy bien. Sus palabras me sirven de
introducción para profundizar un poco en la libertad de expresión, de prensa, y
la tolerancia religiosa
La
libertad de expresión es un derecho fundamental de todo ser humano, plasmado
como universal desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, en su artículo 19o;
en La
"Convención Americana sobre Derechos Humanos" o
"Pacto de San José de Costa Rica" de 1969, en su Artículo 13; en el "Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos", y en la Carta de los
Derechos Fundamentales
de la Unión Europea, de diciembre del 2000; y en el Convenio
Europeo de Derechos Humanos, vigente a partir de junio del 2010. De estos
documentos de no dudosa procedencia, ni legalidad, me auxiliare para versar
sobre el tema
En todos los documentos citados, se reconoce
el derecho a la libertad de pensamiento, de
conciencia y de religión. En otros acápites o capítulos se reconoce también el derecho a la libertad de opinión
y la libertad de recibir o de comunicar informaciones o ideas sin que pueda
haber injerencia de autoridades públicas y sin consideración de fronteras. ..,
pero también se puntualiza que El ejercicio de estas libertades,… entrañan
deberes y responsabilidades, que deberán ser legisladas por los estados
de acuerdo a sus propias características, para asegurar… a) El respeto a los derechos o la reputación de los demás, y b) La protección de la seguridad nacional,
el orden público o la salud o la moral públicas. Es decir, que la libertad
de expresión y de prensa es también un derecho, que entraña deberes y
responsabilidades fijados por la ley, y que debe asegurar los supuestos
recogidos arriba como a) y b).
Estamos hablando por tanto de dos (2) derechos
importantísimos y vitales para cualquier sociedad democrática, que los estados
europeos reconocen y deben preservar: el de libertad de pensamiento y religión,
y el derecho a la libertad de expresión. ¿Pero dónde está entonces el límite concreto
o la línea roja que marca el conflicto entre lo que quiero y entiendo que puedo
decir y transmitir, y el respeto a la libertad de conciencia y religión de los
demás.
La clave, en mi humilde opinión, esta en la palabra
dignidad y moral de los demás, que muchas veces obviamos cuando queremos hacer
valer nuestros derechos y criterios, como si los demás no tuvieran derechos
también. Como reza en el artículo 1, de la Carta de los derechos fundamentales
de la Unión Europea, La dignidad humana no sólo es en sí un derecho
fundamental sino que constituye la base misma de los derechos fundamentales… Se
deduce de ello, en particular, que ninguno
de los derechos consignados en la presente Carta podrá utilizarse para atentar
contra la dignidad de otras personas….
Entonces, cabria preguntarse, ¿acaso no es atentar
contra la dignidad y la moral de los musulmanes, el ridiculizar su fe, su
figura más sagrada, su Jesús Cristo, Mahoma? No cuestiono siquiera el
ridiculizar o criticar a un Imán o a un líder espiritual del Islam!, o tal vez
de publicar un libro o un articulo con carácter histórico científico o no, que
cuestione evidencias aceptadas de la existencia de Mahoma, no!, porque estaríamos
hablando de personas, conducta, o de ciencia. Al ridiculizar a Mahoma nos
estamos mofando de los musulmanes y de su espiritualidad, base de su cultura y
comportamiento desde el año 622; los estaríamos humillando, y tildando de
inferiores porque no creen en lo que yo creo.
Por otro lado, de forma explícita o implícita, se
reconoce también en estos documentos, que estará prohibida por la
ley toda propaganda en favor de la guerra y toda apología del odio nacional,
racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o cualquier otra
acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de personas, por ningún
motivo, inclusive los de raza, color, religión u origen nacional."
Y vuelvo a preguntar, el ridiculizar a Mahoma, el
eje sobre el que descansa el Islam, la religión de los musulmanes practicada
por más 1100 millones de personas en el mundo, ¿no es acaso promoción consciente
o inconsciente del sentimiento antimusulmán en un país que por haber sido
metrópoli de países árabes, los árabes o descendientes de estos constituyen el
8% de la población de Francia? ¿Acaso no es incitar a la violencia a sectores
radicales y extremistas que buscan cualquier justificación para demostrar su
impotencia con actos terroristas? Cabría preguntarse también, ¿cuál es la
concepción de libertad de prensa del estado francés?, ó ¿acaso se desentendió,
o infravaloró la repercusión de estas sátiras e incitación, y no aplicó sus
prerrogativas para poner todo en su lugar en aras del respeto a la dignidad, la
moral y la libertad de religión? Solo llamo a la reflexión, y dejo que usted,
lector, saque sus propias conclusiones
Yo no estaba en Francia ni tenía posibilidades de
ir. Seguro que hubiera sido de los primeros en manifestarme y condenar apasionadamente
in situ esa barbarie, ese genocidio, pero no en nombre de una falsa
interpretación de la libertad de prensa.