Al conocerse
que no hubo acuerdos y que habría nuevas elecciones, alguien escribió en
twitter una sencilla frase “que decepción”. Pensé, otro más que albergaba la
esperanza de un entendimiento a última hora. Yo era el único, entre familia y
amigos, que defendía que al menos por responsabilidad, al final los dos: PSOE y
Podemos, se pondrían de acuerdo después de tanto postureo y mala, o ninguna
negociación porque nunca las hubo. Como dos gallos “finos” dentro de la valla,
engrifaron el plumaje del pescuezo, y se enfrentaron (uno más que otro) hasta
hacer imposible lo posible. Pero diluir la culpa entre los dos, a partes
iguales, creo que es facilismo, no valiente y faltaría a mi verdad; por tanto
me mojo.
Vivimos en una
democracia parlamentaria, y no presidencialista ¿cierto? Aquí o en cualquier
parte del mundo, la democracia parlamentaria presupone la negociación entre
todas las fuerzas parlamentarias para alcanzar un acuerdo de gobierno, de
investidura o legislativo. Mientras el bipartidismo imperaba en España, este
axioma político no se hacía ver; o gobernaba el PSOE o gobernaba el PP, y no
había discusión ni interpretaciones, ni manipulación del parlamentarismo. Con la irrupción
de Podemos y Ciudadanos en la vida política a nivel nacional, ya no es determinante
quien obtenga más escaños, sino quien logra sumar mayorías parlamentarias que
le permitan gobernar. En estas últimas elecciones, el PSOE fue el partido que
obtuvo mayor número de escaños, de diputados, y es al que le correspondía la
iniciativa en buscar consensos para gobernar en solitario o no, con apoyo para
la legislatura o no. Consensos que lo hacía posible la correlación de fuerzas
parlamentarias de izquierdas, con el apoyo de algunos partidos minoritarios, y
se correspondía con el mandato de las urnas, que votó mayoritariamente de
izquierda. Era el PSOE por tanto, el máximo y mayor responsable en intentar
llegar a acuerdos, pactos, para obtener las mayorías necesarias. ¿Fracasó o no lo
intentó? Para mí, nunca estuvo en sus intenciones aceptar otra fórmula que no
fuera un gobierno en solitario. Podemos tener más simpatía por Pedro que por
Pablo, podemos ser más del PSOE que de Podemos, pero sin dudas, el principal
responsable de tener que ir a unas nuevas elecciones es el PSOE, con Pedro
Sánchez a la cabeza.
Es cierto que
Unidas Podemos se equivocó al no dejar para
el final de las negociaciones la propuesta de gobierno de una
vicepresidencia y un número de ministerios proporcional a sus escaños o votos.
Eso le dio mucha letra a la prensa amarilla, “sólo querían sillones” decían, también
a los voceros del PSOE. Aun así, era y es un planteamiento legítimo y justo de Unidas
Podemos. Los gobiernos de coalición no constituyen ninguna aberración
democrática, son una fórmula teóricamente viable, legítima, y ensayada en
muchos países de Europa y en comunidades, diputaciones provinciales y
municipios de España donde gobierna el PSOE u otro partido. Si se mira bien, es
una fórmula justa, para que se pueda formar un gobierno de mayorías dentro de
la pluralidad, y que es más fiel al mandato de las urnas, que un gobierno
exclusivo del que ganó las elecciones. ¿Por qué no podía y puede hacerse a nivel de
España?
Ah!, primero,
porque aunque UP tiene gente muy cualificada, ellos no tienen experiencia para
dirigir política desde los ministerios. O sea ¿que la política es exclusiva
para los que llegaron primero a ella, y para su zaga? ¿Nunca nadie tuvo primera
vez? No voy a poner ejemplos, porque lo considero un “argumento” simplón, vacío e
irrespetuoso con la opinión pública. Tal parece que los gobiernos son un equipo de políticos profesionales, superdotados, que gobiernan en
solitario. Hasta los grandes empresarios, capitalistas, tienen sus asesores,
consejos, y gestores de capital. Detrás
de cada gobierno hay un programa, un líder, y ministros, pero hay todo un
equipo de gente con experiencia (especialistas, asesores, los secretarios de
estado de cada ministerio, los funcionarios, etc.) que son los que hacen
posible que los decisores tomen decisiones acertadas, y los que la ejecutan. Sin
ellos, no se puede gobernar con eficiencia, no se puede hacer una buena gestión.
Segundo, porque Unidas Podemos quería que su máximo dirigente, Pablo
Iglesias, ocupara una vicepresidencia en ese gobierno, y eso sería como tener
un caballo desbocado dentro, tener dos gobiernos, y haría insostenible ese
gobierno. Bueno, Pablo dio un paso a lado, y renunció a esa demanda. Tercero,
la posición histórica de Unidas Podemos respecto a los presos políticos
catalanes o políticos presos, y a que la audeterminación debe ser decidida por
votación popular (nada antidemocrático) podría ser un problema si hubiese que
aplicar de nuevo el Art.155. Podemos anunció públicamente que esa no era línea
roja, y que pondría a un lado esa posición, en aras de la viabilidad del gobierno
de coalición. Entonces, a última hora el PSOE le ofrece unos ministerios
sociales, sin presupuesto, que si bien primero habría que formar gobierno y
después tratar de aprobar los presupuestos; lo cierto es que no hizo ni
siquiera una propuesta de cifra, no ofreció siquiera un porciento tentativo.
Sin tiempo para negociar, obviamente Unidas Podemos no acepto una cuenta sin
saldo. Estaba bien pensado, y los negociadores del PSOE sabían que así Unidas
Podemos no iba a aceptar; y que esa última movida le permitiría quedar como
generosos ante la opinión pública, y los otros como intransigentes. Nada más
falso. Ya estaban pensando en elecciones o el rendimiento del “aliado” por
cansancio, y por “desesperación”
Transcurre el
tiempo de descuento desde el primer fallido “intento” de formar gobierno, y el
todo poderoso PSOE y Pedro Sánchez se dedican al postureo, a escuchar a la
sociedad civil, que de por si no es malo si hubiesen intentado tambien, negociar con las otras
fuerzas políticas para buscar también el voto de investidura. La Sociedad civil
no vota en el Congreso. Supuestamente, de esos encuentros conoció las demandas
sociales, que le daban “autoridad” para presentar un programa (el 3 de
septiembre) que todos, y especialmente UP, se verían obligados a aceptar. Ninguneó
a todos, y se mantuvo en la posición de NO ES NO a un gobierno de coalición con
Unidas Podemos. Sanchez pidió abstenciones a la derecha y el voto a Unidas Podemos, a
cambio de nada; renegando incluso, de la oferta de una vicepresidencia y tres
ministerios, que habían realizado con anterioridad. Todos sabemos que aunque
los ministros son aprobados por el Congreso, los propone el Presidente, que
también tiene facultades para cesarlos, y proponer a otro. Todos sabemos, que
puede haber díscolos en un gobierno, pero que al final se hace lo que diga el
Presidente, y permita el presupuesto y las leyes del país. En España hay una
democracia consolidada, con sus leyes, normativas y contrapesos. Así que el
argumento para la no aceptación de un gobierno de coalición es muy trivial,
simplón y huele más a ego y voluntarismo de Sánchez, más que evidente después de responder a Ferreras (en la Sexta) de que si hubiese aceptado “hoy no
dormiría tranquilo”
Al final, el
PSOE se quedó con un solo argumento, “falta de confianza”. ¿Pero estamos
hablando de amigos del colegio, del gimnasio o del trabajo? Cuanto
infantilismo, poca seriedad, cinismo e irrespeto a los electores. Estamos
hablando de líderes políticos, de partidos políticos, de la política, donde la
negociación es la herramienta fundamental para arribar a acuerdos, a consensos
a pesar de las diferencias, sino sólo haría falta un partido. Negociar es el
proceso donde todos ceden en lo posible, para llegar a un entendimiento final
¿Alguien desde la objetividad, puede demostrar en que cedió el PSOE, un partido
que necesitaba de otros para gobernar porque no tenía mayoría absoluta ni
simple para gobernar? No, verdad. En lo único que medio cedió, fue cuando
ofreció los ministerios vacíos, de los que renegó después; pues al parecer fue un momento de debilidad.
A pesar de
todo, y por mucho que le doy vueltas en mi cabeza, no encuentro una explicación
lógica al comportamiento del PSOE y Pedro Sánchez, porque la vida ha
demostrado que la realidad es más rica que cualquier teoría, y que cualquier
hecho global, coyuntural, etc., puede cambiar la intención de voto. Intención
de voto, que incluso manteniendo invariable el contexto de hoy, es muy incierta. Me
sumo a la mayoría de analistas que prevén, que decepcionada y cabreada, una
parte de la izquierda se desmovilizará para las próximas elecciones. Cualquiera
de pensamiento lógico, y no militante, se preguntará para que votar por unos
partidos de izquierda que no se pudieron poner de acuerdo, ni piensan hacerlo,
por lo que dijo Sánchez a Ferreras (en la Sexta). Además, muchos de izquierda le dieron el
voto útil al PSOE, pero esa correlación del voto útil dentro de la izquierda
puede también variar.
Siempre que se
buscan explicaciones posibles, se encuentran. Se me ocurre, que el PSOE haya cogido
miedo a la caída del PIB, a la desaceleración de la economía europea y mundial,
al resurgimiento la crisis que se avecina, y a terminar como Zapatero (segundo
mandato) si se ve obligado a hacer recortes sociales; puede ser; es decir, que prefiere no gobernar bajo esta coyuntura. Otra explicación, y no
tan descabellada aunque si retorcida, es que quiera ganar tiempo hasta las próximas elecciones, para ver si puede sellar
una alianza con Ribera, un
caballo perdedor, pero desada por muchos Barones del PSOE, las empresas del IBEX 35, y la mayoría de la prensa radio televisiva y escrita liberal; la mayoría
Al final me inclino más por explicaciones de tipo exotéricas, demoscópicas. Le decía medio en broma a mi esposa, que Pedro Sánchez debe tener mucha fé en su Brujo, ya sea Tezanos, Iván Redondo o uno africano, como para asumir tanto riesgo, para ser tan irresponsable; aunque me inclino más a la idea, de que las virtudes que hicieron posible que resurgiera de la cenizas cuando le dieron el golpe de Partido, lo han vuelto arrogante, terco, voluntarista y caprichoso. Hoy es el secretario del PSOE que más poder ha tenido dentro del partido. Si fracasa esta vez, ya no puede culpar a nadie, tirará por tierra su leyenda de sobreviviente, y pasará a la historia como Pedro el terco o el caprichoso.
Al final me inclino más por explicaciones de tipo exotéricas, demoscópicas. Le decía medio en broma a mi esposa, que Pedro Sánchez debe tener mucha fé en su Brujo, ya sea Tezanos, Iván Redondo o uno africano, como para asumir tanto riesgo, para ser tan irresponsable; aunque me inclino más a la idea, de que las virtudes que hicieron posible que resurgiera de la cenizas cuando le dieron el golpe de Partido, lo han vuelto arrogante, terco, voluntarista y caprichoso. Hoy es el secretario del PSOE que más poder ha tenido dentro del partido. Si fracasa esta vez, ya no puede culpar a nadie, tirará por tierra su leyenda de sobreviviente, y pasará a la historia como Pedro el terco o el caprichoso.
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