El sistema educacional, los
programas de estudios, están diseñados para un estudiantado medio; y tiene
serias lagunas en la atención a las diferencias individuales. Alumnos y
estudiantes de bajo rendimiento o con marcado talento, necesitan de una atención
diferenciada, más motivación y estimulación en todos los aspectos, dentro y
fuera de la clase; y la correspondiente política a nivel comunitario y estatal,
para encauzar integralmente sus diferencias. De lo contrario, por omisión o
discriminación de las excepciones, se perderían talentos, y se condenarían al
ostracismo y al aislamiento y marginación a los alumnos y adolescentes con
pocas facilidades cognitivas y de aprendizaje. Estos últimos, con limitaciones
o menos facilidades para el aprendizaje, terminan en una escuela
"especial", que debe prepararlos para que puedan adquirir y ejercer
un oficio en el futuro. Con sus aciertos y desaciertos, esta política está
orientada y encauzada. Por mucho que nos duela, sobre todo como padres, hay
bastante comprensión en ello.
La atención diferenciada al talento, se aplica
en España y otros países del mundo, pero más bien a los talentos deportivos y
artísticos. No ocurre así, dentro de la enseñanza reglada, donde se adolece de
una política integral y coherente con relación a los alumnos aventajados o
talentosos durante el proceso docente educativo. Recae, enteramente sobre el
profesor y la dirección de la institución educativa, su atención y seguimiento,
quedando su futuro desarrollo a merced de la visión y esfuerzo personal del
profesor.
En mi país de origen Cuba, a nivel
de estado, de nación, se aplicó el concepto de Centro Vocacionales, donde
entraban los alumnos con mejores resultados académicos, en la enseñanza
vencida. Más tarde, estos centros evolucionaron a los IPVCE (Instituto
preuniversitario vocacional de ciencias exactas), donde entraban los graduados
de la ESO, después de una rigurosa prueba de acceso. También tuve conocimiento
después, que ya en EEUU había un sistema parecido, existiendo hoy, 73 colegios
de superdotados apoyados con fondos estatales; y donde entran desde la temprana
edad de 5 años, y no sólo son para las ciencias exactas, sino parta todo tipo
de talento.
Hace unos días, mi amiga, Isabel
Bugallo, se preguntaba y cuestionaba, con razón, el por qué en España no se
aplica, en el sistema educacional español, una política diferenciada también a
los talentos, a nivel de todo el país, comunidad y territorio. Comparto
totalmente su preocupación y entusiasmo. Por llamarlo de alguna forma, en
cualquier aula, coexisten dos polos durante el proceso de enseñanza aprendizaje,
con una mayoría de media; eso es muy real. Si diferenciamos la atención a uno de ellos,
que ya dijimos que se hace, porque no hacerlo también con el otro polo. Desde
el punto de vista pedagógico es incuestionable; es de hecho un principio: la atención
a las diferencias individuales ¿Cuántos talentos no se han perdido por la
ausencia de una política de detección, seguimiento, desarrollo y apoyo social? ¿Cuántos
han perdido la motivación en un aula por falta de atención personalizada, o
fueron arrojados antes de tiempo a la vida laboral, por necesidad, por falta de
apoyo y comprensión? Esa es una realidad, pero este problema, como todos, tiene
varias aristas y riesgos
Desde el punto de vista sociológico
y psicológico, el talento está predeterminado, a la corta o a la larga, a ser
separado de su colectivo y de su familia; lo que puede repercutir
negativamente en su futura personalidad, a no ser que viva en una ciudad, donde
exista una escuela especial para talentos, y la lejanía no sea un problema para
mantener sus lazos afectivos regulares con sus padres, compañeros y familiares.
De estar la escuela fuera de la localidad, los padres tendrían que hacer un
gran esfuerzo para que no se sienta desenraizado e inadaptado, y para minimizar
su angustia y nostalgia. Hay no pocos casos de exatletas, que hoy cuestionan el
haber sido privados de una niñez normal, del calor y cariño familiar, en
función del triunfo y la fama. El talento diagnosticado temprano y la vocación
y apoyo emocional, deben ir de la mano, pero no impuestos. Hay padres, que
quieren y exigen hasta la obsesión, que el muchacho “llegue muy lejos”, y
muchas veces es más por vanidad y frustración personal, que por el interés del
niño. El desarrollo de ese talento, sin duda conlleva a sacrificios por parte
del niño y del adolescente, pero él niño, el adolescente debe desearlo, debe
sentirse feliz, estimulado, arropado y con amor
Otra arista de esta problemática es
que, al separar al talento de su colectivo inicial o tradicional, se produce
una ruptura no sólo sentimental entre el talento y el colectivo, y viceversa. Puede
producirse también, una sensación de marginalidad, de falta de perspectiva
colectiva, de falta de confianza y seguridad en ellos, en su futuro, y de una
bajada en el rendimiento al faltar el acicate competitivo, la referencia de
superación, el talento. Esto no tiene que ser necesariamente un problema,
pues al existir mayor nivelación de aprendizaje en el aula, los miembros del
colectivo se podrían sentir más cómodos, y el maestro o profesor podría
centrarse en elevar el nivel de todos al mismo ritmo y tiempo. Por otro lado,
si bien es cierto que la mayoría de un colectivo estudiantil no se percibe a si
mismo como talento, hay niños talentosos que su situación familiar, personal, o
de su entorno, no le permite desarrollarlo en determinado momento u obtener
resultados sobresalientes, y hay que tenerlos presentes y estimularlos para que
llegado el momento puedan presentarse a exámenes de acceso a estos centros
especiales. Por tanto, las escuelas para talentos, no sólo deben desarrollar y
encauzar los talentos, sino también, dar oportunidades, permanentes, de acceso
mediante exámenes, a niños que no entraron inicialmente. Sería justo y
estimulante
En toda decisión, siempre hay que
evaluar costos y beneficios; y sería importante minimizar los costos,
socializando beneficios y oportunidades para todos, con políticas de
contrapeso. Nadie podría perder en esto, porque el riesgo de caer en una
enseñanza elitista es muy real y peligroso
Creo que hay experiencias positivas,
y también habrá algunas negativas, como para tomar una decisión. En última
instancia, todos los métodos son buenos, siempre que se sea riguroso,
sistemático, y al mismo tiempo flexible, como para poder corregir cualquier
desviación o distorsión a tiempo. No tengo nada en contra del tratamiento
diferenciado al talento, por el contrario. No siempre basta el talento para
triunfar en la vida; y hay que maximizar las oportunidades para que lo desarrollen
y aporten resultados destacados a la sociedad. Para los partidarios de este
método, sugiero y veo la necesidad de cumplimiento de las siguientes puntualizaciones:
·
El papel
del maestro, del profesor, en la atención inicial a esas significativas diferencias
individuales, es vital; pero el sistema
tiene que estar preparado para detectar, clasificar el tipo de talento, encauzar
esas diferencias y asegurar su
desarrollo en cada momento; plantearse un riguroso sistema evaluativo, y de
acceso a centros de talento; y contar con el soporte material y financiero
necesario para asegurar su evolución y desarrollo exitoso
·
Para ser
inclusivo y justo, hay que revisar y perfeccionar el sistema educativo regular
por completo: perfeccionar los métodos de enseñanzas para desarrollar la
imaginación, la creatividad, el razonamiento, la discusión, la seguridad y la
independencia en los alumnos y estudiantes. En consonancia, adecuar y perfeccionar
los criterios y claves evaluativas. Esto permitiría ser más objetivos y justos
a la hora de ser seleccionados. No todos los niños y adolescentes, viven en un
entorno doméstico, familiar y de barrio, estable emocionalmente, y que le
reconozca sus méritos, que le estimule y empuje a ser mejores, a ser
competitivos. No basta tener talento, si no podemos desarrollarlo, o no estamos
motivados
·
La
condición de talento, sea dentro de un aula normal, o en un centro “especial
para talentos” después, debe ser rigurosa y refrendada sistemáticamente por los
resultados académicos; so pena de perderse esa condición. Al mismo tiempo, el sistema o modelo debe
prever la posibilidad de que los que están fuera, puedan optar por entrar
mediante pruebas anuales de ingreso. Esto actuaría como un estímulo para los
que están fuera, y un acicate para los de adentro. Hay que ganarse y mantener
esa condición.
·
Conozco
muchos casos de gente talentosa que no llegaron a ningún lugar, por equivocar
la vocación o la profesión, por falta de motivación y ambición, por falta de
voluntad y constancia, o por limitaciones económicas. Siempre habría que, además
de conocimientos y desarrollar habilidades, educar, orientar, motivar y apoyar
materialmente a quien lo necesite; y, por tanto, la propuesta debe ser
integral, e involucrar en todo momento, a la escuela, la familia, y al estado
·
“Genio es
el que crea, y virtuoso es que reproduce con maestría” Puedes no ser un
compositor, pero si ejecutar una pieza con la maestría que no lo haría este. En
buena lid, me quedo con los dos, porque hay muchos tipos de talentos, y muchas
necesidades y tipos de habilidades. Lo importante es descubrirla, concienciarla,
desarrollarla y aplicarla donde se pueda tener más y mejores resultados
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