Coincido con algunos tertulianos televisivos, periodistas y politólogos, en que la estrategia electoral y resultados electorales, de Galicia, no deben ser necesariamente aplicables, ni vistos en clave nacional, aunque no dejan de ser un resultado importante, positivo o en negativo, para las diferentes formaciones políticas con representación nacional. Las elecciones en Galicia (también en el país Vasco) se realizaron en un clima de mucho estrés, motivado por la pandemia, y por la crispación política, generada desde la oposición, sobre la gestión del gobierno de coalición. Pese a ello, se dio una buena participación, sobre todo en Galicia; aunque no así en votos, al computarse 133452 votos menos en comparación con el año 2016, presumiblemente debido a la bajada en el censo electoral. El voto perdido; es decir, a partidos que no obtuvieron asientos o escaños al parlamento, pasó del 8% en el 2012, a un 10%, explicable por el fraccionamiento y sectarismo, y no aplicación para escaños.
Esta vez, la representación de los partidos en
el parlamento autonómico se redujo de cuatro (4) a tres (3); quedando fuera
Marea, que ya tenía poco del espíritu del 2014 y 2016. En política es habitual
de cambio de ciclo, y esta vez podríamos estar hablando del fin de las Mareas
sino se reinventan. Abstrayéndonos de las siglas, el mosaico ideo-político
de Galicia se mantiene más o menos igual, por orientación y por votos; sólo ha
habido un cambio importante de liderazgo en los partidos de izquierda. El
voto de izquierda ha vuelto al histórico BNG, a la histórica izquierda de
Galicia, que resurge con el liderazgo de la Pontón. Los dos grandes
vencedores, han sido los dos partidos galleguistas: el PP gallego y BNG,
salvando diferencias entre ellos dos, y con los nacionalistas vascos.
El PP de Feijóo, o Feijóo el del PP en
Galicia, manejó muy bien los tiempos, y el discurso. Con el resultado de las
encuestas en mano, y consciente del desgaste que iba a producir la crisis
económica, de la que no se sabe todavía cómo se va a salir, convocó elecciones y
las hizo coincidir con las vascas. Esto último le quitaba mucha presión del PP
de Casado, y podía sacar pecho, como individualidad dentro del PP, porque la
suerte del PP vasco ya estaba echada. Su discurso, moderado e “inclusivo” desde
el principio, y con manipulaciones manidas y estudiadas sobre el caso de ALCOA,
sobre la salud pública y las Residencias, se centró en Galicia y en los
gallegos. No se salió del guión: Galicia, Galicia, Galicia. Apeló a voto de los
gallegos para asegurar el presente y futuro de Galicia, en medio de la crisis, que
sólo podía ofrecer un gobierno estable y con experiencia, el PP, según Feijoo. Jugó
muy bien con la mentalidad conservadora de los gallegos, con el miedo, y con su
arraigo patrio, gallego; con su apego a las tradiciones y a su tradicional estilo
de vida, que no querían arriesgar. Galicia no es un territorio con marcada
fuerzas independentistas, pero los gallegos si son muy nacionalistas, muy de su
terruño; y eso lo entendió bien Fraga, cuando le dio al PP en Galicia una
aureola muy gallega. El PP gallego, la derecha gallega, como dicen algunos, es
el PNV en Galicia, pero sin independentismo. La práctica dice, que cualquier
partido que se presente en Galicia tiene que centrarse en Galicia como tema
fundamental de su programa y discurso, y después todo lo demás.
El PSOE, el centro izquierda, esta vez logró
un escaño o asiento más, y es meritorio en medio de la situación nacional ya
descrita; pero está muy lejos de alcanzar la presidencia de la Xunta en un
futuro. En mi opinión, por hacer campaña más en clave nacional, que local; y
por falta de liderazgo. En este caso, si pudiera ser una buena referencia de
cómo está capeando el temporal el PSOE nacional
Con relación a los resultados de la izquierda
gallega, de “las Mareas” (el núcleo inicial e inspirador) en Galicia y de
Podemos, todos los días sale un titular o una opinión, y no sólo desde la
derecha, no, también, de enterradores, exfundadores de Podemos. Era de esperar.
Siempre digo que no se debe decir mentira, pero si saber cuándo callar verdad,
o no incorporar leña al fuego, que airea el adversario político e ideológico;
pero estos muchachos ambiciosos, pretensiosos (legítimo y lícito, aunque no sé
hasta donde moral, y consecuente con sus bases y sus orígenes) ya han perdido
la perspectiva y la orientación. Unos han probado la tentación del poder, y a
otros sólo les interesa satisfacer su vanidad, en cuanto “a que tenían razón”.
Pero al grano.
Primero, el BNG siempre ha sido de izquierda,
aunque haya atemperado el discurso, buscando mayor transversalidad; por tanto,
la izquierda no ganó, pero se mantuvo. Incluido el PSOE, se conservaron la
misma cantidad de escaños, aunque se perdieron más de 100000 votos.
Segundo, las Mareas gallegas (Marea Atlántica, Compostela Aberta y Ferrol en Común), almas gemela de
Podemos, y de otros movimientos ciudadanos identificados nacionalmente como Nov.15-M
de los indignados, ante la crisis del 2008-2016, lograron, alzarse en mayo del
2015, con alcaldías en ciudades importantes. En la capital, Podemos catalizó la
representación de todos los indignados, para presentarse a las europeas del
2014, donde se lograron 5 escaños; voz y representación en el parlamento de la
UE. Estos resultados confirmaron la necesidad de que el movimiento asumiera
estructura de partido político. A partir de este momento, se ha producido, el
traumático parto y crecimiento de la criatura, como partido y fuerza política
constitucional; y el complejo proceso de adaptación del movimiento ciudadano a
las estructuras y reglas de la política nacional, sin desconectarse de sus
bases, ni ser absorbidos por la politiquería y la influencia y presión de la
oligarquía, de la plutocracia. Como era de esperar, en ese reacomodo, se han
producido enfrentamientos abiertos de posiciones, lucha por el poder,
deserciones, divisiones y escisiones. Nada absurdo sobre mar y tierra, y bajo
este cielo, no pocas veces encapotado.
Tercero, la evolución de las Mareas en Galicia, no
podía ser diferente, y después de logros electorales, se cayó en un bucle
imparable hacia la implosión. Se cometieron muchos errores por
inexperiencia, sobre todo en las alcaldías gobernadas por las Mareas, lógico;
pero en parte porque hubo quienes no quisieron evolucionar, y se aferraron, por
convencimiento o conveniencia, a la dinámica y estilo fundacionales del
movimiento de los Indignados; al cuestionamiento a ultranza de todo; llegaron a
creerse mejores representantes que otros, y forzaron su “legitimización”, perdiendo,
si la tuvieron, la vocación de servir, principal cualidad que debe tener un
político, junto a la honradez y la honestidad. De ahí, que llegaran a
pensar que podían solos, sin alianzas y compromisos, repetir los resultados
alcanzados con anterioridad. Las confluencias iniciales, formula de éxito, se
fue desgajando hasta el fraccionamiento. Ya, para estas elecciones autonómicas,
Podemos, EU y Anova se
habían retirado de las Mareas, desde el 2019, presentándose como En Común; otro
grupo, Marea galleguista, con lo que quedaba de Marea, Compromiso por
Galicia y el Partido Galeguista
Demócrata; y el resto por cuenta y vía. Las Mareas
gallegas, como movimiento ciudadano, no lograron superar en el tiempo, las
expectativas y las exigencias de conseguir y conservar un espacio político, hasta
perder las alcaldías y toda representación en el parlamento gallego.
Causa colateral del fracaso y desintegración
de la llamada izquierda alternativa gallega
Podemos, expresa a nivel nacional la esencia y
continuidad del Mov-15M, y, por tanto, se debe sentir aludido, por responsable
indirecto del fracaso; y, sobre todo, porque Pablo Iglesias y la dirección de
Podemos nunca entendieron que el Podemos de Galicia, eran las Mareas, y que había
que sumarse, apoyarlas e incorporarlas a la representación nacional. Por el contrario,
trataron de replicar Podemos en el territorio, de crear una organización en
paralelo a las Mareas; y lo cierto es que nunca lograron penetrar Galicia. Con
ese paso en falso, se contribuyó a la desconfianza del electorado, a la rivalidad,
a la desidia y al fraccionamiento de la izquierda gallega
Después
de los primeros resultados de las Mareas en el 2014, las diferentes
organizaciones que integraron las confluencias debieron centrarse en,
consolidar la unión electoral o confluencia, bajo un sólido programa, donde se
recogieran y reflejaran las aspiraciones fundamentales de cada una para la
Galicia común; en acordar una justa representatividad; y en asegurar un
liderazgo limpio y democrático; pero en el camino se perdieron los objetivos
estratégicos, a cambios de batallitas tácticas. La debacle era cuestión de
tiempo.
Por tanto, no creo que se deban asociar estos
resultados, a la gestión de Pablo Iglesias y UP, dentro del gobierno de coalición;
ahí están los últimos resultados del CIS. Como dije más arriba, Galicia y el
país vasco, son territorios muy específicos. Muy a pesar de todo el esfuerzo mediático
de derechas, por estigmatizarlos y lincharlos, una buena parte del pueblo
percibe el papel de Unidas Podemos en la propuesta y aprobación del SMI, del
IMV, en la prohibición del despido por enfermedad, en la gestión social de la
crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus, etc.
Si dije, en mi artículo Podemos ¿crónica de una muerte anunciada?,
en ocasión de las últimas elecciones generales (2019), y mantengo, que Podemos
tiene que reinventarse, so riesgo de desaparecer; ahora también por la rentabilización
de los logros por el PSOE. No será la primera vez en que el segundo partido
de una coalición termina desaparecido o minorizado. Hay que buscar una fórmula nacional,
donde toda la izquierda alternativa se sienta realmente representada en un programa
común, en la dirección, y partícipe activa en la toma de decisiones. Que la
marca y candidatos electorales en cada lugar y territorio sean los mejores y más
posicionados y aceptados. Y que llámese como se llame, a nivel nacional deba
existir una estructura de representación, de coordinación Se que pudiera
parecer muy difícil y al mismo tiempo frágil, pero no lo creo si se hace bien y
con transparencia. Nunca me ha sonado tan oportuno "el programa a
programa" y el "no importan las siglas si se pierden por una buena
causa, y por un buen acuerdo", de Julio Anguita.
La derecha, aunque oscila entre el liberalismo
y neoliberalismo, siempre se mantiene unida alrededor de la propiedad privada y
el mercado; la izquierda, por el contrario, deja que la oscilación no permita
la unión alrededor de la justicia social; y termina desgarrándose la vestidura
y el corazón
Podemos, no puede llegar a las próximas
elecciones, municipales o autonómicas, y mucho menos a las generales, sin haberse
mirado críticamente por dentro y por fuera
Respeto la angustia, la indignación y
frustración de muchos, con los resultados, pero no le echemos la culpa a los
gallegos, al pueblo. Hemos recogido lo sembrado, ni más ni menos
Leer https://racionalismopolitico.blogspot.com/search/label/Elecciones%20en%20Espa%C3%B1a%20en%202019
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