TERCERA PARTE
El PSOE, es el
gran perdedor de la contienda y la gran decepción para las bases de izquierda.
Para nadie es un secreto la dicotomía existente entre su membresía. En un lado
están los Barones y sus partidarios, que agrupan a los que se han desviado
demasiado del centro izquierda, a fuerza de tanto codearse y convivir con el
capital y la plutocracia (si vives como
rico, estas casado(a) con una rica o un rico, tu círculo más cercano y vida
social es de ricos, entonces piensas como un rico); y los que su arrogancia
y nostalgia del pasado no les deja ver con claridad el nuevo tablero político,
y la necesidad de sacrificar egos para lograr progresos.
En
el otro lado, está la inmensa mayoría, su base social histórica, que vieron
mejorar sus condiciones de vida con las políticas sociales del PSOE, y que
recelan tanto del PP como de la izquierda comunista. Sin embargo, este grupo
es el más heterogéneo, porque aunque
muchos votarían nuevamente por el PSOE, no pocos han perdido su condición de
clase media trabajadora durante la crisis, otros se sintieron traicionados por
las últimas políticas de Zapatero, y otros se cuestionan la estrategia política
de la dirección actual del partido. Tanto Ciudadanos como Podemos, tratan de
captar a estos inconformes
El
PSOE se los puso fácil. Primero, se presenta a las elecciones del 20D, con un
programa electoral poco convincente o al menos poco conocido y explicado, a no
ser las propuestas de leyes a derogar si llegaban al poder. Incluso, la
propuesta de Estado Federal como posible solución al problema del
independentismo y/o nacionalismo catalán, tampoco la han sabido explicar hasta
el momento. Segundo, la ambivalencia presente entre el poder formal y el poder
real, representado este último por los Barones; y la lucha interna por la
secretaría general, le restaron liderazgo, autoridad y capacidad de negociación
a Pedro Sánchez. Este salió con un balón de oxígeno de la consulta a las bases,
pero maniatado y mutilado para negociar, al permitírsele como única opción de
negociación y pacto de gobierno, a Ciudadanos, pensando ingenuamente, en una
supuesta abstención de Podemos. Así lo cumplió Pedro Sánchez y su equipo. Se
podría pensar que la intensión era llegar con más fuerza a la negociación con
Podemos, para hacerlo ceder. A mi modesto parecer, no.
La
única suma posible para haber constituido un gobierno, aunque difícil, era un
pacto de gobierno o investidura con Podemos, Confluencias, Izquierda unida, y
algunos partidos minoritarios como voto positivo en unos, y abstención en
otros. Sin embargo, la táctica de negociar con Ciudadanos hubiera sido válida, sino
se hubieran entregado en sus brazos (a un partido con sólo 40 escaños en el
Congreso) descalificándose como partido al aceptar el 80% de su programa; y peor
aún, admitiendo el condicionamiento del pacto, a la no negociación y
participación de Podemos en el futuro gobierno. ¿Pero de que negociación
estaban hablando, por dios? Sabían a ciencia cierta que todo terminaría en
fracaso; a no ser que pensaran que Podemos y el resto, la tercera fuerza
política más votada con escasa diferencia del PSOE, fueran tontos y le fueran a
dar un cheque en blanco, en contra de sus propias bases, electorado y
existencia.
Viéndolo
con buenas intenciones, esto ha sido el ejemplo más ingenuo, infantil, absurdo
y poco serio de negociación. Pero cabría otra interpretación, más grotesca aún.
Los Barones sacrificaron al “Rey” por el reinado futuro de la Princesa. Desde
un inicio dieron por perdida la partida, dieron por perdida esta legislatura.
Realmente nunca quisieron llegar a formar un gobierno que los podría seguir
desgastando, vista la actual situación económica internacional e interna.
Para
la segunda vuelta electoral, todavía algunos esperaban la elección de un nuevo
candidato, como último intento para hacer reflotar al PSOE, pero no. Es muy
temprano. En una aparente unánime y eufórica asamblea, han ratificado a Pedro
Sánchez, por haber sido un buen peón; han ratificado a Pedro Sánchez por no
haberse insubordinado y llenado de valor, para tratar de llegar a un acuerdo
también con Podemos, para formar un gobierno progresista; y digo también porque
siempre vi un pacto a tres, incluido Ciudadanos, como la alternativa de
gobierno más sólida, madura y práctica.
Ahora
Pedro Sánchez, el hombre con más vida, pero efímeras, anda lastimosamente por
las esquinas y los pasillos, renegando de Podemos, culpándolo por no haberse
llegado a formar un gobierno progresista sin el PP, pero un gobierno también
sin Podemos, eh!; por no haber aceptado su absurda propuesta de
incondicionalidad a cambio de nada. Ese si hubiese sido un gobierno de minoría,
que no representaría al espectro más amplio del electorado
Lo
triste, es, que un partido con tanta tradición progresista y de izquierda, y
que tanto ha aportado a la creación y conservación de la sociedad del bienestar
en España, no ha estado a su altura, y puede salir muy debilitado de esta
segunda vuelta, a pesar de la última puesta en escena. Hoy, el PSOE está más
preocupado y ocupado en su supervivencia como partido, que en los intereses del
país y su base social. Las encuestas lo sitúan ya como tercera fuerza política.
Continúa en campaña confundiendo el enemigo principal, al ver a Podemos no
desde la perspectiva social, sino desde su interés individual como partido.